Hay muchos modos de ser del mismo modo que hay un montón de adjetivos para decir cómo son las personas. Lo bueno del caso es conocer esos adjetivos y aplicarlos cuando llega la ocasión.
Una pobreza de lenguaje nos lleva a confusiones.
Ahora que la gente está en paro sería útil que esa gente escribiera redacciones en que contara su situación y podrían ser estas enviadas al gobierno para que el gobierno se hiciera una idea de los padecimientos del pueblo.
En tiempos aún peores que estos, cuando reinaba Carlos II el embrujado, España se iba a pique. En esa época existían los llamados arbitristas, que eran unos señores que mandaban a la corte unos planes de actuación para salvar la patria.
Hay un refrán que dice: lo que nos falta, nos instruye.
Hay mucha gente en España que desprecia el lenguaje que usa y por eso se expresa de cualquier manera y lo que dice es banal. Ojalá esta crisis valiera para que nos sepamos expresar como auténticos filósofos de la precariedad y nos hiciéramos sabios en la adversidad.
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