¿Cuándo no hemos estado en una reunión social y nos hemos vanagloriado de nuestra posición social que nos da el trabajo que desarrollamos, del coche que hemos aparcado en la calle, de que conocemos a los más "in" de esa reunión y de que nuestro modo de vestir dé fe de todo ello?
Pues también se acuerda Dios de ese que está vendiendo pipas en la calle y que no participa de la vanagloria nuestra ni de la de nuestros amigos.
Dice un refrán: buenas palabras y buenos modos dan gusto a todos. Preocupémonos antes de ser corteses que presumidos y nos irá bien. Debemos ser corteses con todo el mundo, pues todo el mundo recibe bien la cortesía y el gusto del buen trato.
No despreciemos a nadie, no neguemos nuestras virtudes de persona a nadie pues nadie sabe dónde está la solución a nuestra tontería ni a nuestro orgullo.
No saben algunos que el agradecimiento de los demás es mucho más valioso que la admiración de los demás. Yo no busco la admiración, sino quedar de tú a tú con el semejante, sea este rey o mendigo.
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