Dice Pío Baroja en una de sus obras que los ricos matan el tiempo y su dinero y los pobres aprovechan el tiempo y el dinero en un montón de oficios.
Por eso también dice que los ricos son previsibles, aburridos y que hacen siempre lo mismo.
Entonces, lo que se impone en las naciones es una mesocracia, esto es, una clase media que igual tenga tiempo que perder que tiempo que ganar trabajando. Esta igualdad social es lo que persiguen los estados desde el siglo XIX.
Quizás no sea la misma la clase media alemana que la española pero todo el mundo entiende qué es la clase media: unos estudios universitarios, un nivel adquisitivo regular, un trabajo eficiente y considerado y una forma de vivir en la que haya su desahogo.
Y parece que el cielo que podemos perseguir en este mundo es pertenecer a esa clase media prestigiada por el estado, por las naciones. Después está el infierno de los pobres y el limbo de los ricos. Dice un refrán chino: lo mejor es no ser ni demasiado alto ni demasiado bajo. Y dijo Aristóteles: la virtud está en el justo medio.
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