martes, 30 de julio de 2013

Me gustaría saber más sobre mi propia lengua. Me gustaría saber cómo hablan los de un barrio y los de otro, cómo hablan los andaluces y los gallegos la misma lengua castellana.
Lo podría lograr viajando mucho y haciendo amigos por todo el mundo y observar cómo hablarían ellos mi propio idioma con distintos rasgos dados por su nivel social, su variedad dialectal, el trabajo que ejercen, su sexo, su edad, etc.
Bien es verdad que no hablan igual las mujeres que los hombres, los jóvenes que los mayores, etc porque pertenecen a distintos mundos o distintas maneras de ver la vida y esas diferencias afectan al lenguaje.
Hay una obra de teatro inglesa en que un lingüista acierta dónde viven unos señores por el modo de hablar que tienen.
Desde luego, no me gustaría pertenecer a un grupo social en el que a "enfadarse" lo llaman "chinarse" porque ese grupo social no es de fiar. El lenguaje nos modela a ojos de los demás: hay que tener cuidado y cariño hacia él. Dice un refrán: si es rosa, olerá y si es mierda, hederá: también así con el lenguaje que usemos.   
Hay un modo de ser aburrido y lineal que suele cansar a todo el mundo. Hoy, por ejemplo, he hablado con dos taxistas totalmente diferentes: uno hablaba de las cosas en el mismo tono, soltando su discurso sin gracia alguna, sin metáfora, sin chiste, sin alegría.
Luego, he hablado con otro sobre su mujer y todo resultaba divertido. En sus gestos, en el remedo de su propia esposa, en sus exageraciones expresivas, en su reducción al absurdo de algunas situaciones vividas por él con su mujer, etc.
Ya que poseemos el lenguaje como la herramienta más útil con la que crear y recrear y divertir el mundo que vivimos, hagamos de esa herramienta nuestro mejor modo de presentarnos ante los demás.
Seamos creativos con el lenguaje, no nos limitemos a nombrar lo que sucede a nuestro alrededor, retorzamos la realidad, démosla cuantas vueltas sean necesarias para hacerla más atractiva a los demás, que sea nuestro lenguaje el que nos defina como seres humanos creativos que somos.
Dice un refrán: es dichoso el que no se parece a otro. Con nuestro lenguaje personal podemos lograr ser únicos.

Me gusta mirar con detenimiento los oficios que hay en la ciudad: está el portero de finca urbana, que tiene que regar a primera hora las zonas verdes comunes de los pisos que conforman la urbanización, limpiar pasillos y luego atender la puerta y los requerimientos de los vecinos (una luz que no funciona, los garajes, la piscina, etc). Luego están los dueños de los bares que ponen cafés y pinchos de tortilla por las mañanas y luego cervezas y comidas a mediodía; luego, otra vez cafés y licores y más cerveza por las tardes.
Están los taxistas que esperan en la parada a cargar clientes "de calle", aunque también hay avisos por emisora. Están los conductores de autobús que tienen una ruta que cumplir durante unas horas hasta que los releven. Están los que reparten todo tipo de productos alimenticios que nunca tienen espacio para aparcar sus camiones cargados. Están los tenderos de todo tipo de tiendas que esperan a los clientes con avidez. Están las cajeras de los supermercados. 
Ya no suele haber un oficio en el que haga falta unas habilidades especiales como zapatero, ebanista. Los mecánicos sí que desempeñan su oficio arreglando coches, una sabiduría que da la experiencia de arreglar un montón de ellos.
Dice un refrán: zapatero a tus zapatos. Da a entender que no te metas donde no te llaman y estés a lo que sabes.

lunes, 29 de julio de 2013

Era la hora de la siesta como en el comienzo de una famosa novela. Fuera, la cigarra sonaba con insistencia. En la radio, un locutor ofrecía canciones, tiempo, palabras.
El libro que sostenía entre sus manos tocaba a su fin, el último capítulo contaba el secreto de aquella dama que se dejaba besar indignamente.
La hora, una vez leída la palabra que ponía punto final a la obra, se calló e inició una desordenada huida hacia un tiempo y espacio amplios y desconocidos.
Afuera, la cigarra calló también e hizo la calle más grande y solitaria de repente.
Apuró la coca cola que estaba sobre la mesita, echó un cigarrillo como para confirmar que la novela que leía estaba acabada y se durmió abrazando la almohada tersa.
A las seis despertó y nada de lo que había a la hora de la siesta permanecía en pie. Todo había muerto envuelto en el instante.
Prácticamente ya me he leído "Rayuela", de Cortázar y lo he pasado muy bien en sus últimas páginas en que cuenta cómo Oliveira pasa las noches en el manicomio en compañía de Talita y Traveler. Es una obra muy curiosa.
Siempre que leo un libro me pregunto para qué vale la literatura y me gustaría que valiese para cambiar el mundo pero no.
Creo que la literatura actúa individualmente, lector por lector y, eso sí, sí que provoca cambios en el lector.
Yo quisiera escribir una historia de amor como la que aparece en "Rayuela", tan cultural, tan sofisticada, tan metafísica.
A la vez, me estoy leyendo otra de Pío Baroja que a su modo también es cultural y metafísica pero no es sofisticada, no elabora tanto el lenguaje como el escritor argentino.
¿Cuál será mi modelo? ¿Cortázar o Baroja? Da igual. La cosa es escribir una historia. Una cosa es tener guitarra y otra saber tocarla.
Yo quiero tocar bien la guitarra de las letras.

viernes, 26 de julio de 2013

Acabo de ver la película "Super size me" y creo que viene a decir que todas las naciones cojean de alguna pata. 
La industria alimentaria estadounidense está equivocada.
Es una buena película para concienciarse de llevar unos buenos hábitos de alimentación. Es curioso que la novia del protagonista que se somete a la tortura de comer un mes comida basura es vegetariana.
Somos lo que comemos dice el refrán y dice bien. Hay que dedicar algunas horas a la cocina para que nuestros platos brillen ante nuestros ojos y en el fondo de nuestro estómago.
Yo pensaba que era un mito eso de que los americanos sólo comen hamburguesas pero parece ser que es así.
Por lo demás, la peli me ha dado una idea para escribir una pequeña historia y voy a ver si la pongo en marcha. Por otro lado,me ha gustado que el prota dijera que en tres días de dejar de fumar, se pasa el mono. Espero volver a intentar dejar el tabaco siguiendo este ejemplo. Viene a pelo un refrán que dice: come para vivir, no vivas para comer. No sé si volveré a comer hamburguesas.
Según ese taxista bien informado llamado Ferrero, con el que hablé de Ghandi y a lo mejor es el único con el que puedo hablar de Ghandi de modo político con propiedad, dijo que aún siendo él catalogado como de izquierdas no deja de reconocer que su padre, con Franco, vivía veinte veces mejor que él.
¿Y por qué?
Porque su padre, teniendo poca libertad política, tenía una libertad económica que le permitía criar a tres hijos, pasar unas buenas vacaciones y disfrutar de bastante tiempo libre.
Si Franco fue muy represivo, no dejarían de haberlo sido las izquierdas de haber ganado, creo yo.
Luego, Franco inmovilizó cualquier idea disidente en el pueblo e impuso el trabajo como toda religión.
¿Que todo el mundo iba a la iglesia con Franco, que todo el mundo estaba oprimido por la guardia civil?
Bien está. Yo tengo un padre de 83 años que también añora la época de Franco. ¿Por qué? porque esta libertad de pacotilla que ha venido es una puta mierda y les doy la razón al taxista presunto izquierdista y a mi padre, si me pongo a comparar.
Dice un refrán malayo: la proporción de las cosas place a la vista.
Ahora no hay proporción. Nada más que ladrones y libertinaje.

El otro día mi hermano y yo hablábamos de la película "La misión". Allí se ve un ejemplo de paraíso creado por misioneros que un obispo representante de la iglesia, aunque fascinado por ese mismo paraíso, lo hunde.
Hoy, en una conversación con un taxista con muy buena información, hemos discutido ciertas formas de gobernar y ciertas acciones, digamos, revolucionarias.
En lo que llega mi conocimiento, Porto Alegre, en Brasil; Albacete, en España y otros municipios españoles se basan en presupuestos participativos, esto es, que el dinero que maneje el ayuntamiento es debatido y aprobado por todos los habitantes de esa ciudad.
Hemos hablado de Rivas Vaciamadrid, donde gobierna Izquierda Unida, hemos hablado de Torrelodones, donde gobierna un gobierno de ciudadanos que evitó las tropelías de la partitocracia y hemos hablado de Marinaleda y su alcalde Gordillo.
Luego, hemos hablado de Ghandi, de su resistencia pasiva.
Dice un refrán malayo: el espinazo de los pobres es la escalera de los ricos.
Cuando todo se reparte, no hay cabida para la codicia y así no hay ricos. 

jueves, 25 de julio de 2013

Dice Pío Baroja en una de sus obras que los ricos matan el tiempo y su dinero y los pobres aprovechan el tiempo y el dinero en un montón de oficios. 
Por eso también dice que los ricos son previsibles, aburridos y que hacen siempre lo mismo.
Entonces, lo que se impone en las naciones es una mesocracia, esto es, una clase media que igual tenga tiempo que perder que tiempo que ganar trabajando. Esta igualdad social es lo que persiguen los estados desde el siglo XIX.
Quizás no sea la misma la clase media alemana que la española pero todo el mundo entiende qué es la clase media: unos estudios universitarios, un nivel adquisitivo regular, un trabajo eficiente y considerado y una forma de vivir en la que haya su desahogo.
Y parece que el cielo que podemos perseguir en este mundo es pertenecer a esa clase media prestigiada por el estado, por las naciones. Después está el infierno de los pobres y el limbo de los ricos. Dice un refrán chino: lo mejor es no ser ni demasiado alto ni demasiado bajo. Y dijo Aristóteles: la virtud está en el justo medio.
Voy a hablar de dos novelas que me he leído últimamente: "Riña de gatos" de Eduardo Mendoza y "El mundo es ansí" de Pío Baroja. Esta última ha sido un deleite porque el autor me ha llevado de la mano por un mundo finisecular de regiones de Europa muy bonitas con el telón de fondo de la acción política que llevaban a cabo los jóvenes rusos del siglo XIX. Baroja pinta de manera muy expresiva sentimientos generales de la gente en unos diálogos muy jugosos.
Cualquier forma de pensar está expresada en las novelas barojianas. De un modo sutil y llano el lector se ve reflejado en los personajes que aparecen en sus novelas. En "El mundo es ansí" se cuenta la historia de una estudiante rusa que se casa con un judío de Ginebra y luego con un español pintor. Los dos le fallan.
En "Riña de gatos" la acción es inmediata a la guerra civil y el protagonista, un  inglés perito en obras de arte, descubrirá la trama en la que Franco dará el golpe de estado previo a la guerra.
La prosa es cuidada, la trama está muy bien construida y la novela mantiene muy bien el interés. Aparecen personajes muy bonitos, muy entrañables al lado de históricos como Primo de Rivera, que acapara mucha historia en esta novela.

martes, 23 de julio de 2013

De los trenes que parten lejos
nacen en la estación sueños dorados.
Las nubes grises dan paso
al asombro cierto de la lejanía llena de sol.
En las playas en verano
hay una levedad de carne que brilla como las olas.
En un lugar de oriente
sopla un viento de verdades coránicas.
En el asfalto negro
viven los deseos de ver el mar.
Y en mi alma,
en el fondo de mi alma
mueren los días sin decir nada, sin decir nada.
Quizás mi sueño dorado hubiera sido haber viajado por todo el mundo y por haber viajado mucho, tener muchas cosas que contar esperando en el tintero.
Sólo tengo la experiencia de haber sido profesor de unos pobres muchachos que en su mayoría estaban desorientados y no daban una a derechas.
He recorrido la provincia de Madrid por quince años y he enseñado lo que he podido, lo que me han dejado.
Pero mi mente siempre piensa que hay muchos modos de vida que yo no he visto, que ni siquiera me imagino.
Mi ideal sería sentarme durante toda la tarde y escribir y escribir, como si de un Ruyard Kipling se tratara, cómo viven los buscadores de oro, cómo mueren los santones hindúes, cómo disfrutan los magnates rusos, cómo mata sin piedad el cartel de Medellín.
Pero sólo puedo contar lo que pasaría en mi barrio, que está al alcance de mi mirada y eso no sé si interesa a nadie.
Dice un refrán español: de un cuento nacen ciento.
Así debe ser. El cuento será infinito cuando deje yo el mundo.
La vida dedicada al estudio para mí tiene un gran valor. Y los que se expresan con claridad en su lengua y no digamos en alguna más, tienen un mérito notorio.
Un escritor llamado Juan Antonio Zúñiga ha aprendido el ruso, el búlgaro y otras lenguas eslavas sin moverse de su piso de Madrid por el amor a un escritor llamado Turgueniev.
Aparte de que a mí no me gustan sus cuentos, veo de gran valía que un hombre haya creado un mundo sentado en una silla, escribiendo folios.
No ha hecho daño a nadie y además ha entretenido a multitud de personas con las historias que ha narrado.
Cuando uno escribe, busca la atención del lector, el gusto por la palabra, la perfección en lo expresado para que la narración goce de la idea de lo coherente, lo interesante y haya cabida para el asombro en la fábula expuesta.
Hay un refrán birmano que dice: templa las cuerdas del arpa, ni muy flojas ni muy tensas.
Yo interpreto este refrán así: llega a todos con tu arte. 
La estética sexual que está ofreciendo este mes de julio a mis ojos no tiene precio.
Si algo distrae mi aburrimiento este verano es la calidad de piernas, caderas, bustos semiocultos y figuras completas que se ofrecen ante mí a cada paso. Si una resulta llamativa, la otra aún más.
Ha surgido la moda este verano de los pantalones cortos. Esta escueta vestimenta aprieta como nunca en sus contornos el tramo que va de las caderas al nacimiento de las piernas, dejando dibujado en su esplendor el hermoso culo que oscila con vaivenes al andar.
Luego, como haciéndole competencia, unas menudas camisolas apenas tapan pechos, brazos y ombligos dejándolo todo al aire y a la imaginación de quien mira.
Es todo un espectáculo.
Si todo esto aviva el deseo de forma poderosa, obligado es dar salida a tanta golosina que se anuncia como rebosando del envoltorio. Cada uno como pueda.
Dice un refrán español: amor trompero, cuantas veo tantas quiero.
Pero, ¿así de bellas y livianas serán también por dentro?
¿Cuándo no hemos estado en una reunión social y nos hemos vanagloriado de nuestra posición social que nos da el trabajo que desarrollamos, del coche que hemos aparcado en la calle, de que conocemos a los más "in" de esa reunión y de que nuestro modo de vestir dé fe de todo ello?
Pues también se acuerda Dios de ese que está vendiendo pipas en la calle y que no participa de la vanagloria nuestra ni de la de nuestros amigos.
Dice un refrán: buenas palabras y buenos modos dan gusto a todos. Preocupémonos antes de ser corteses que presumidos y nos irá bien. Debemos ser corteses con todo el mundo, pues todo el mundo recibe bien la cortesía y el gusto del buen trato.
No despreciemos a nadie, no neguemos nuestras virtudes de persona a nadie pues nadie sabe dónde está la solución a nuestra tontería ni a nuestro orgullo.
No saben algunos que el agradecimiento de los demás es mucho más valioso que la admiración de los demás. Yo no busco la admiración, sino quedar de tú a tú con el semejante, sea este rey o mendigo.
Hay muchos modos de ser del mismo modo que hay un montón de adjetivos para decir cómo son las personas. Lo bueno del caso es conocer esos adjetivos y aplicarlos cuando llega la ocasión.
Una pobreza de lenguaje nos lleva a confusiones.
Ahora que la gente está en paro sería útil que esa gente escribiera redacciones en que contara su situación y podrían ser estas enviadas al gobierno para que el gobierno se hiciera una idea de los padecimientos del pueblo.
En tiempos aún peores que estos, cuando reinaba Carlos II el embrujado, España se iba a pique. En esa época existían los llamados arbitristas, que eran unos señores que mandaban a la corte unos planes de actuación para salvar la patria.
Hay un refrán que dice: lo que nos falta, nos instruye.
Hay mucha gente en España que desprecia el lenguaje que usa y por eso se expresa de cualquier manera y lo que dice es banal. Ojalá esta crisis valiera para que nos sepamos expresar como auténticos filósofos de la precariedad y nos hiciéramos sabios en la adversidad.
La mejora de las condiciones de vida en España requiere mucho tiempo. Se han despilfarrado los recursos del Estado en época de Zapatero. Ahora, falta la ayuda y se recorta en prestaciones al ciudadano.
Este gobierno de Rajoy insiste mucho en el espíritu emprendedor: o el ciudadano se lanza por sí mismo o no hay nada que hacer.
Hay gente que abre su bar con la pobre esperanza de sacar para los gastos y un poco más.
Si los negocios son duros de llevar de por sí, mucho más ahora en que los clientes se lo piensan una y mil veces antes de exponer sus perras a una inversión por pequeña que sea.
Las tiendas ya no saben qué ofertas hacer para vender.
El que se levantaba a las seis de la mañana, ahora se tiene que levantar a las cinco y en peores condiciones. Las horas de trabajo no valen como valían antes.
Los que viven de un sueldo ven que no les llega el mismo para nada, que trabajan una semana y libran tres días porque la fábrica no da trabajo. Vivimos una crisis de superproducción: hay de todo en los mercados pero no se vende.
Dice un refrán: cuando llueve y hace viento, cierra la puerta y estate dentro.
Si todos los actos humanos tuvieran una intención clara desde que se tiene uso de razón, no habría tantos malentendidos entre las personas.
Lo que pasa es que a veces no sabemos por qué hacemos lo que hacemos o no sabemos bien por qué estamos haciendo eso que hacemos y por ello se nos plantean miles de preguntas mientras hacemos eso que hacemos.
¿Y qué hacemos? Pues aunque parezca mentira, básicamente, lo que hacemos es trabajar en una sociedad eminentemente productiva y si alguien está en paro, desea incorporarse a esa sociedad productiva.
Tener trabajo da prestigio y razón de ser a la persona en esta sociedad.
Pero cuando se está trabajando el mismo trabajo plantea dudas al trabajador, unas dudas metafísicas que suelen amargar el día.
Hay que combinar muy bien trabajo y ocio para que los dos resulten satisfactorios.
Dice un refrán: el que de joven no trabaja, de viejo duerme en la paja. La situación en España es denigrante.


domingo, 21 de julio de 2013

Si uno tuviera fe en sus piernas y no le importara soltar el lastre de su vida, se echaría a andar carretera adelante con el macuto a las espaldas para anochecer, qué se yo, quizás en Chinchón, después de haber trazado un camino todo el día.

Y si uno no fuera un cobarde que todo lo piensa y nada ejecuta, ya habría llegado a orillas del mar pues se hubiera puesto en camino nada más empezar el verano.

Y uno hubiera visto cosas en el camino. Y quizás hubiera tenido tiempo de escribir en una libreta cómo se había sentido en su caminar hacia el mar.

Y siguiendo la línea de la costa se hubiera olvidado de su ciudad, de su novia, de su familia para que sus ojos acogieran con cariño todo lo nuevo que le brindaba la valentía de echarse a andar sin mirar atrás.

Pero no. Aquí un día tras otro, las piernas inermes, los ojos cansados de la misma realidad, el alma rota de la vulgaridad.
Hay sentimientos oscuros que nos acompañan a lo largo de todo el día, sin dejar que disfrutemos del momento, atormentándonos dolorosamente.
La casa está sucia cuando te levantas por la mañana y la luz del sol arroja visibilidad a los rincones, no debiste decirle eso a tu amigo, no tuviste que emborracharte hasta el punto de perder el control, qué pensarán de ti, estás solo y aburrido, hay que hacer algo para evitar esta monotonía vital que te asedia ya de forma inquietante.

Y luego piensas en el montón de cigarrillos que fumaste ayer y todos los males que provoca el tabaco, que conoces más de un caso en el que ha habido que operar. Y la boca pastosa y la garganta irritada te provocan un resquemor y ganas de dejarlo hasta que desayunas y otra vez a la carga, el primero qué bien sabe.

Y así pasas el día recordándote errores cometidos, metiéndote en el barro de tu propia desesperación y viendo que eres un poco mierda, un poco inconsistente, un poco torpe para la vida que te acosa como a un animal asustadizo.  

viernes, 19 de julio de 2013

Los grandes filósofos han dejado paso a los magos de los jueguecitos por internet.

Los libros yacen inertes en la biblioteca de casa sin que nadie los eche un vistazo.

Dormitan las ideas, nacen inventos absurdos para una vida absurda.

Nos aburrimos invadidos de la soledad, una soledad que viene dada por nuestro modo de vida.

Todos somos adictos a algo y esa adicción nos come el coco de manera desesperante.

No tenemos modelos que seguir, queremos nosotros ser el modelo a seguir y no nos sigue nadie.

Hay muchos mañana pero no existe el mañana definitivo y nos morimos hoy sin haber alcanzado el futuro que perseguíamos.

La vida es triste y más triste es si no nos escuchamos atentamente.

El cielo es azul pálido y no ofrece nada. El asfalto es duro y negro como la piel del diablo. Estamos entre el cielo y el asfalto.

miércoles, 17 de julio de 2013

El verano no tolera filosofías. Del gazpacho se pasa a la piscina y de la piscina a la merienda al fresquito.
Quizá alguno lea algún libro de crímenes o de pasiones torvas a la sombra de una sombrilla o con el ventilador zumbando encima de la cabeza.
Siempre llevados esos crímenes o pasiones por una prosa ágil y sencilla, de frases cortas y vocabulario de sexto de primaria.
Porque la cabeza, en verano, será por el sol, está como huera y carente de pensamientos profundos.
Uno debe enfrascarse en no pasar calor, en comer ligero y en aliviar sus deseos hacia la chica o chico que anda ligero de ropa en esta estación. Lo demás sobra.
Sólo en invierno, con su cielo enturbiado por nubes negras y el frío que reúne en el pensamiento ideas tristes y de desesperación, se producen esas ideas agrias y viles que provocan tristeza y reflexión.
Pero aprovechemos: el verano son dos meses de dejar la cabeza insumisa y aeque animo.
El ambiente veraniego no iba con ella. Salía con el sol a buscar el pan para su hijo. Iba a los grandes chalets, a limpiarlos por un dinero. Dejaba a su hijo con su madre. Su novio no quiso saber nada de su embarazo y ella no quiso abortar. Carlitos, su hijo, parecía como si se diera cuenta de las dificultades que pasaba su madre y era obediente como él solo y se podía tirar la tarde entera jugando con un cubo, ensimismado, callado, quieto.
Cuando volvía de limpiar chalets, la abuela le entregaba al nieto, a Carlitos, que siempre estaba muy callado. "¿Le pasará algo?", se preguntaba la madre soltera y le miraba con atención de madre.

Carlitos creció andando por el barrio con la mirada atenta. Se colocó de motero llevando pizzas y se recorrió la ciudad con ella mientras las familias veían un partido muy importante de fútbol en casa.
A Carlitos le daba igual el fútbol, le daba igual casi todo, nunca discutía de nada. Eso de no tener padre le fue dando una serenidad de espíritu y un amor grande por la madre.
La madre le vio crecido siendo ella muy joven todavía. Se hizo cartera pues pensó que no iba a estar limpiando casas toda la vida.
Carlitos pasea atentamente su mirada por el barrio. Ve cosas que no le gustan pero nunca discute. Nunca discute.
El coso político es dantesco: todos los partidos roban a mansalva. Nadie confía ya ni en unos ni en otros.
La ley del "tú más" se ha impuesto pero ya nadie puede hablar del vecino sin desnudarse él mismo a la vez.
Sodoma y Gomorra. Hasta que no ocurra un cataclismo gordo, la situación no tiene salida. PP y PSOE están atrapados en su propia red.
La pregunta es: ¿a quién votaremos la próxima vez? Todos son un hatajo de ladrones, han retorcido tanto las leyes a su favor que las han dejado irreconocibles. Han hecho de su capa un sayo, han manipulado impunemente y se han enriquecido ilegalmente.
Todos tienen algo que tapar. Mucha mierda que tapar. La partitocracia se ha pasado cien pueblos.

Rajoy no dimitirá pero no ganará las próximas elecciones. Y volverán los socialistas. Que Dios nos coja confesados. Otra ruina para el país. Otro despilfarro.

martes, 16 de julio de 2013

Ya es común en estos tiempos de crisis mirar a la puerta de un bar, según se va paseando, y al observar la poca gente que hay en él, decir:
"Este va a tener que cerrar porque no viene nadie" o decir, en la vena contraria: "¿dónde está la crisis? Ayer pasé yo por no sé dónde y estaba todo lleno de gente".
A la gente, según le dé. Pero en un periódico he leído que ya han cerrado 72.000 bares en España. Que no hubieran abierto, dirá el chistoso.
El caso es que la crisis nos ha metido a los españoles en casa, haga frío o haga calor.
Yo deseo que los que aguantan con el negocio que sea, que sigan aguantando un año, dos años más de vacas flacas hasta que esto remonte, que remontará y haya bolsillos dispuestos a gastarse un duro en el bar o donde sea.
Es triste ver la calle desolada y al camarero mirando o al tendero dándose a los demonios pero hay que aguantar.

lunes, 15 de julio de 2013

Ayer domingo estuve frente a la casa de Ortega y Gasset en El Escorial. Ahora es un bar con terraza. Hay una placa de metal sobre la puerta con unas palabras suyas que dicen esa idea filosófica tan conocida: "yo soy yo y mi circunstancia. Si no salvo a mi circunstancia no me salvo yo".

Según este filósofo todo el mundo se debería preguntar cuál es su circunstancia y debería tratar de salvarla.

Pero qué es ¿"salvar la circunstancia de cada uno"? ¿Acaso es tener una solvencia económica para no tener que preocuparnos del dinero? En esta circunstancia está un montón de gente por el asunto de la crisis.

Pero hay más circunstancias problemáticas más allá del dinero que deberían salvarse, creo yo.

La relación con los demás crea una circunstancia. Las aspiraciones de cada uno también crean una circunstancia. Todo lo que nos rodea además de nuestros deseos y pensamientos crean una circunstancia temible que quizás no seamos capaces de salvar.

Salvemos nuestra circunstancia de una puta vez pues no hay otra solución.
En el verano no hay mucho de qué hablar. El otro día leí un articulo  de un periodista de "La razón" que decía que el verano no le incitaba a escribir, más bien, le hacía recordar sus tiempos de vida en el pueblo en que las mujeres andaban excitadas y los hombres también.

La escasez de ropas que llevamos en los cuerpos en verano provoca más bien miradas de deseo que provocan a su vez una agitación de la libido que distrae de cualquier cosa, incluso del deber.

¿Y cuál es el deber en verano? Debemos trabajar para ganarnos el sustento, como siempre, pero dejando tiempo a la vista para mirar a esas mujeres que lo van enseñando todo y su figura se dibuja tras el traje dejándolas desnudas en nuestra imaginación.

El verano es así, digan lo que digan. El calor provoca en nosotros altos grados de estímulos sexuales a los que hay que dar salida. Ya sea a la hora de la siesta o de noche, cuando las luces de las farolas sustituyen pobremente al astro rey que tanto sudor ha causado durante el día.

lunes, 8 de julio de 2013

El calor que sufrimos estos días de julio es para no contar. Yo no he sudado tanto en mi vida. Nos vamos a cocer como garbanzos.

Ahora se vive de 9 a 12 de la noche. El resto de horas es para estar en casa como beduinos del desierto.

Yo no me canso de decir que estos calores no los he vivido yo nunca. Se nota que algo está cambiando en el clima.

Por lo demás, no se me ocurre nada que escribir en este blog, ni una maldita historia, ni una maldita ocurrencia, ni un maldito pensamiento. Parece que todo se lo traga este maldito calor.

La Gran Vía de Majadahonda estaba muy animada ayer domingo, con muchos chicos de instituto que celebraban sus días de vacaciones y parejas y ancianos que charlaban y miraban.

No escribiré mi novela hasta que se pase el verano. Espero que sepa cómo rematarla con la acción final en que se conocen todos los personajes que he creado. Debe ser un final vertiginoso, lleno de acción y sorpresa. Me preguntó Paco ayer que si mi prosa es ágil. Sí que lo es. Yo no quiero aburrir a nadie con frases muy largas.

Bueno. Eso es todo. Me voy al pueblo otra vez después de haber estado un pelín desorientado la primera semana. Ahora sé ya cómo es el modo de vida en el pueblo y ya no me llevaré sorpresas así que me lo pasaré mejor que la primera semana.

domingo, 7 de julio de 2013

además de las clases

Por otro lado, además de dar clases que es a lo que fui al pueblo, he conocido personas muy singulares y un modo de vida también muy singular.
He conocido a Jimena, mi primita, que no para de reír. Es una fiesta estar a su lado porque no piensa más que en pasarlo bien del modo que sea aunque a veces cansa ese estado suyo de ir de allá para acá sin descansar ni un rato.
He conocido a Diego que es un chico muy poco hablador y se le nota un carácter serio. No es fácil tener una conversación con él porque, como a Jimena, sólo le gusta jugar a lo que sea y de hablar, ni hablar. Bueno, es un niño. Es lógico. Es un niño noble y tranquilo.
Luego he visto cómo funcionaba la casa y había roces, ratos de risa, enfados y demás. Pero ha sido bonito convivir con esta familia.

las clases

La experiencia ha sido buena aunque yo haya estado un tanto desorientado. Evidentemente, no es lo mismo estar en Majadahonda a mi bola, como suele decirse, que meterse en una casa de la que se desconoce todo.

Pero todo lo que he hecho me parece bueno y lo de dar clases ha sido importante pero también todo lo demás.

Todo lo demás ha sido convivir con unos niños peleones, como todos los niños y con una chica que está en la edad de enfrentarse a todo, con el miedo lógico de la madre de que se descarríe o no saque sus estudios.

Pero creo que la chica es inteligente y en su momento aplicará esa inteligencia para saber lo que quiere y creo que le conviene seguir estudiando porque es bastante buena estudiante. Otra cosa es el carácter difícil que va con su edad.

En lo académico, he observado que la sintaxis la comprende bien, escribe bastante bien pero tiene un vocabulario muy pobre, fruto de sus pobres lecturas.
De todos modos, estos chicos de esta edad parece que están en la luna y tienen sus intereses en la pandilla, en aparatos, etc y no se centran. Espero que esta chica se centre pero debe hacerlo ella misma.

lunes, 1 de julio de 2013

Ya he hecho la maleta para irme quince días al pueblo a dar clase a una hija de una prima. Ojalá que sea para bien.

El calor asqueroso que está haciendo ha colado en mi cuerpo y en mi alma una desidia que me ha impedido escribir nada.

Las discusiones de Eva con su madre parece que han tocado fondo.

Ahora tengo que imponer unas horas de clase en el pueblo. Espero pasarlo bien en la casa de mi primo Perico.

Temo algún imprevisto en el viaje a Segovia y después hasta mi pueblo pero siempre me pasa. Lo más normal es que no ocurra nada.

Supongo que Paco me llevará a Príncipe Pío. Si no, iré yo solo.

Ya es un poco fastidio los preparativos que he hecho para ir al pueblo incluido el viaje. Espero estar bien en el pueblo porque si no, me vuelvo.

Mis sobrinos demuestran que cada vez están más gilipollas.

Ha perdido la roja con catástrofe ante Brasil.

Tengo sueño y cansancio. Tantas cosas juntas me hartan.