No haré más amigos. Es muy improbable que mi vida se llene de gente nueva. Me tengo que conformar con los que tengo. Ha habido temporadas en este año en que ansiaba conocer gente quizás porque a eso me espoleaba la psicóloga diciéndome cosas como que yo soy joven todavía. Por internet se hacen amigos pero yo no sé usar internet, internet es ajeno a mí, ha llegado a mí demasiado tarde.
Recuerdo un alumno especialmente capullo que tenía cuatrocientos contactos en internet. Menuda mierda. Le preguntaron si conocía en realidad a esa gente y él, como era un gallito, dijo que sí. Recuerdo también que ese alumno fue el que nos dejó tirados a mí y a sus compañeros el día de la representación de teatro. Amigos así no quiero ni uno. Encima quería ser profesor. Qué asco de persona. Lo recuerdo todo como un maremágnum en el que yo me tambaleaba en mi puesto de profesor por mi enfermedad. Este alumno es de lo peor que he conocido en la enseñanza. Si por internet se hacen amigos de este tipo, por mí que cierren todo el internet para siempre. Prefiero hacer un amigo en el bar o en el mercado, mientras me están mirando a la cara.
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