Me lamento de no llevar una vida medianamente bohemia o al menos nocturna o al menos festiva o al menos un poco desordenada. Mis horas transcurren con una regularidad aburrida que da pena. He leído un artículo de Julio Llamazares sobre el café Comercial, que han abierto de nuevo. Yo no voy ni al café Comercial, ni a casa de ningún punki o menos a una casa ocupada por un punki donde sonara la música a todo trapo y tuviéramos que huir de la policía. Yo me quedo en casa a ver la película del viernes, la española, que suele ser un rollo pero me llama Eva, una amiga y me dice que salga, que salga, que salga y yo salgo para aburrirme frente a ella, que tiene la mirada de siempre, la mirada de lo previsto y de lo aburrido. Terminamos tomando un café y nos vamos a casa y encima, no he visto la película, aunque fuera mala.
Y esto es mi vida de los fines de semana: un rollo, un estar en casa, un no ir a Madrid porque no conozco a nadie en Madrid. En fin, un rollo, como ya he dicho.
Diviértete pues la vida pasa.
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