Con una mezcla de abulia y hartazgo, me levanto esta mañana. He visto a Rosendo en las noticias que decía que a lo mejor ya no podamos contar con él porque está mayor pero ha sacado nuevo disco.
La vida es ese agujero alrededor del cual damos vueltas y más vueltas con tendencia a caer en él. Cuando caemos del todo, se acabó el retortero, se acabó la aventura de levantarse por la mañana y hacer lo mismo de ayer, hasta eso se acaba. Y si nos quejamos por la falta de acción, un sexto sentido nos dice que es peor estar enfermo o sin dinero y que nos debemos conformar. Y luego vemos a esas amigas que tenemos a eso de las siete, por el calor, y comentamos ciertas cosas que nos ponen bien, de acuerdo con el mundo. Y luego, si hay ganas, quizás vayamos andando a Las Rozas y estiremos las piernas, lo único que estiramos en todo el día.
Y ya no hay más en el horizonte, todo bañado de un sol fuerte como el vinagre. Y no hay más que este cloroformo tórrido que consiste en no hacer nada que se vea, no hacer nada que se vea.
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