Ya hace menos calor. No es el calor tiránico de principios de mes. Sigo pensando que pobres los saltamontes, sin hierba fresca. Me gustaría ir a un sitio en el que hubiera hierba fresca del campo para tenderme frente al cielo. A lo mejor hay que irse a Francia o a Suiza o a Alemania. En fin, al norte, donde el sol no maltrata tanto a los de abajo. Hace veinte y tantos años yo cazaba saltamontes en verano por entretenimiento. Ahora no los hay. Todo cambia. Veo una película de la biblioteca con mi hermano como si estuviéramos en el cine. He visto "Las sandalias del pescador". Me ha gustado. Se ha pasado el rato. Ahora me toca a mí elegir peli en la biblio. Me he puesto esta mañana a escribir de unas historias olvidadas que tenía. Lo he pasado bien. La novela titulada "El mendigo" provisionalmente, pues no va de ningún mendigo, la he dejado para inspeccionarla y ver por dónde la ataco y la termino. Corre un aire beneficioso para los cuerpos por la ciudad, menos mal que los accidentes atmosféricos nos dan algo de felicidad.
Llena la nevera pero llena también la cabeza de algo.
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