Este fin de semana no iré al pueblo. La verdad que yo, en el pueblo, he perdido mucha comba. Bueno, he perdido mucha comba en todos los sitios. No me entero ni del nodo. La gente se ha casado o ha dado mil vueltas en su vida y yo en la mía y ya nada es igual. Además, si voy al pueblo no me puedo juntar con nadie porque ya nadie me hace caso de verdad. Es como aquí, en la ciudad, cada uno va a lo suyo y no van a perder tiempo contigo en ponerte al día ni explicarte nada. Y luego, la gente en mi pueblo es muy bruta, se cree que lo tienes que saber todo y se ríe brutalmente de los demás. Yo me juntaba con unos primos pero no vuelvo porque no merece la pena, ya tienen ellos su vida. Me limito, cuando voy, a leer debajo de los soportales. Los libros, esos sí que son los amigos de hoy en día. No piden explicaciones y los cierras cuando quieres y no dicen ni mu. No merece la pena juntarse con nadie porque al final te dan de lado y lo veo normal, tienen más cosas que decirse con otra parejas u otros de allí que conmigo. Conmigo, ¿de qué van a hablar? Yo no tengo interés para ellos, yo no vivo allí, yo no sé ningún chascarrillo. La gente también es individualista en el pueblo, cada uno va a lo suyo. Cuando entienda esto, lo del individualismo, entenderé de una vez este puto mundo.
El individualismo crea cerrazón y la cerrazón, desconocimiento.
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