Ahora por la tarde me ha dado un espasmo de optimismo que no sé cómo explicar. El caso es que me siento optimista. Seguro que se debe a mi enfermedad bipolar que es un sube y baja porque la verdad, mis condiciones de vida son las mismas: o sea, me aburro como una ostra, con optimismo o sin optimismo. Este verano está siendo asqueroso. No hago nada. Ni escribo porque no me concentro ni leo por la misma razón. Solo me lo paso bien a eso de las 9, cuando quedo con mi novia y doy un paseo y charlo. Mi hermano gemelo forma casi el paisaje de la rutina, casi no hablo con él de nada importante, solo las cosas del día a día. Ha tenido problemas del taxi y a ver cómo se resuelven. Los enfermos mentales, si trabajamos, tenemos derecho a una pensión contributiva y si no trabajamos a otra pensión menor. Yo no he robado a nadie y todo me lo he ganado con mi esfuerzo, trabajando, nada en negro ni he defraudado a hacienda ni lo voy a hacer y el que diga otra cosa, miente. Bastante es tener que tragar medicamentos a diario y estar expuesto a cualquier incidente anímico que los demás no lo están. La tarde ya está pasando. Pasará el optimismo y pasará todo y me iré a acostar. Ojalá también pase pronto el puto verano de Dios.
Pensar que estás bien está bien pero no durará mucho.
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