Si eres soberbio con los soberbios, te conviertes tú también en un soberbio y aparecen las riñas y las trompadas. Entonces, con los soberbios es mejor hacer que lo sean pero que capten bien tu indiferencia de su maldito orgullo. La gente que va avasallando a los demás al fin y al cabo se va a encontrar con un saludable aislamiento si su conducta persiste así con los justos y el justo llegará a triunfar sobre el soberbio gracias a la medida que tome sobre la situación: no hacer caso a bravuconerías de piratas que no saben cómo se lleva el barco.
Los soberbios suelen ser imbéciles y presumidos y suelen caer mal a la gente porque siempre, siempre están hablando de cosas que les pasaron a ellos, exclusivamente a ellos y siempre, siempre han salido ganando. Como más de la mitad de lo que cuentan es mentira o bravuconada, es mejor no hacerles caso y en el caso de que se metan contigo, dejarles claro el límite y no tener tratos con ellos. Ya se encargarán ellos mismos de caer en el error de caer en la desgracia de los demás. Porque son gente impresentable y asquerosa, que mienten para llevar la razón y dan voces y dan la lata y son necios como ellos solos. Pronto meten la pata y son ellos los despreciados.
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