Yo, entrando el año, tenía un plan muy bueno: escribir mañanas y tardes en vez de solo las tardes para dar mayor realce a mi labor de escritor. Y deseaba hoy ponerme ante el ordenador y empezar a escribir por las mañanas. Pero la desilusión ha sido grande pues llevo ya una media hora y no se me ocurre nada y además me ha dado por pensar que mis novelas son una birria que a nadie podrían interesar. De esta manera de ver las cosas ha venido la desmoralización más completa, así que he metido la cabeza en el frigorífico porque dicen que así se recupera actividad neuronal pero ni por esas: sigue sin ocurrírseme nada de valor: solo palabras gastadas que no van a ninguna parte y que hay que borrar después de escritas. ¿Dónde está la metáfora de la vida, del arte, de la inspiración? ¿Dónde están las bellas historias que nos acometen un día de sueño en que todo es tan bonito que no queremos despertar? ¿Dónde está genio creador, dónde la neurona genial que hace que la historia prosiga admirando a la gente? No lo sé, ya vendrá. Por de pronto, yo sigo aquí, a ver si se me ocurre algo. A veces hay que parar para ver dónde va el camino.
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