Decía mi hermano Paco el otro día que no es lo mismo contar que narrar. Decía que contar lo puede hacer cualquiera, que no tiene mérito alguno, digamos. Sin embargo, para él, narrar es como encandilar con lo que se cuenta o así lo entendí yo. Gabriel García Márquez decía que sus escritos tenían que tener un poder hipnótico revelado en la lectura de sus novelas. Yo he probado a abrir una novela de Márquez por la mitad y leer y ver que sí, algo de poder hipnótico tiene la cosa de la escritura marqueciana. Pero lo que cuenta Márquez está alejado, muy alejado de mi experiencia vital y el contenido no va con la expresión del mismo. No interesan cosas decimonónicas de unos personajes llamémoslos antiguos. Tan importante es cómo se narra, hipnóticamente, digamos, como lo que se narra, que también tiene que interesar. Macondo no interesa, el estilo de Márquez, sí. Márquez narra muy bien. Lo que narra ya está desfasado y obsoleto. Narremos cosas interesantes y narrémoslas bien narradas, esa es la clave.
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