Cuando pienso en mi vida, mis horas perdidas, mis paseos inútiles, mis calles de siempre, el pobre recorrido que dan mis pasos, lo poco y mal que escribo, el torpe ciclo que se repite todos los días sin ninguna novedad que lo excite, las voces de la gente que no me dicen nada, los bares que visito una y otra vez para nada, las conversaciones tristes que mantengo con mi novia y con la gente que conozco. Esta gris vida que no se eleva nunca hacia un cielo de improvisadas carcajadas es la vida que vivo yo y a lo mejor la vida que vive mucha gente, sin risa, sin distracción, sin chiste, sin aliciente, sin picante. Nada más que ir viviendo un día igual que el otro y fumarme un paquete de cigarrillos y comer en un bar las mismas cosas de siempre. Y todo igual y todo igual hasta que se harta uno. ¿Qué le dará sentido a todo este carrusel que da vueltas y vueltas día tras día? Quizás las historias que me pueda inventar porque por lo menos es un trabajo que puede resultar interesante si me esfuerzo y escribo todos los días unas líneas en que yo ya no soy yo ni todo esto que me rodea que me aburre enormemente. Si todo da vueltas y vuelve, apela a tu imaginación.
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