Ayer fue el día más triste del año con fórmula matemática y todo. El día más alegre es el tercer viernes de junio. Dicen que es un camelo este cálculo para vender cosas. ¿Y qué hay en este mundo que no sea para vender? La verdadera amistad y el amor que tengas por las personas es lo único que no se vende y aún así hay amigos y parejas que se venden unos a otros o están por el interés más burdo. En fin. También he leído que hay una neozelandesa que ha ganado un premio literario por una novela de 800 páginas. Cualquiera se lee semejante tocho. Por otro lado, llevo comiendo mal dos días porque cocino mal. Este frío deja entumecidas la imaginación y el arte de hacer las cosas. Mañana probaré con un conejo al ajillo a ver qué tal. Ahora voy a comprarlo. Este tiempo frío arruga el ceño de la gente y cambia el carácter de cualquiera, volviéndolo acre como el vinagre. Qué asco de invierno. Lo bueno es que queda del mismo mes y medio a lo sumo, a ver cómo viene febrero el loco y los veinte días de marzo que pueden ser fríos. Lo demás será otro cantar, supongo.
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