Tengo que reseñar unos días de nervios por causa de las horas de noche que se quedaban vacías y sin sentido y no sabía yo cómo hacerlas frente. Debo organizarme con actividades que duren una hora pues hasta ahora, la lectura, por ejemplo no me solía ocupar más allá de media hora. Debo imponerme un horario lector para matar el tiempo. Hacer la novela no me da más que para media hora en que relleno folio y medio de historia. Debo imponerme un horario por las tardes como cuando estudiaba oposiciones o hacia algún trabajo para la universidad. El caso es tener tiempo ocupado enfrente del ordenador o en la mesa del escritorio hasta cumplir las cinco horas que van de las cinco a las diez de la noche. Ha sido una tortura pensar, en una especie de neurosis, que las horas se alargarían enormemente sin saber yo qué hacer y estar condenado al aburrimiento. Yo lo llamaría el síndrome de las horas largas o el síndrome del tiempo sin ocupar. Yo no puedo ver la tele. La tele me aburre. Yo no me entretengo de cualquier manera. Yo debo controlar a qué dedico mi tiempo.
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