Ya todo está en calma. La mente reposa. Los nervios se aflojan. He estado toda la tarde tumbaqueado por la casa a excepción de una visita a mi madre. La he visto bien, mejor que todos estos días de atrás y la visión de su semblante sereno y tranquilo me ha dado muchos ánimos para seguir la vida y resarcirme de la tensión pasada.
Esta semana de atrás lo he pasado mal pues he visto cosas en mi casa que no me han gustado nada. Pero todo parece recomponerse como un puzzle que ha estado en manos de un inútil o un niño pequeño.
La gente preguntaba sobre mi madre y yo callaba. ¿Yo qué sé de ti, imbécil?, preguntaba yo en mi mente a esa o a ese que preguntaba tanto. ¿Te he preguntado yo alguna vez por tu vida o tú me la has querido contar? ¿Con qué derecho preguntas tanto tú que tanto ocultas, fariseo? Idos a la mierda los que preguntáis tanto y no decís ni mu de lo vuestro. Ya sé que es una muestra de interés por mi madre pero hay algunos/as que me ponen enfermo, la verdad.
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