La raíz del estudio es amarga pero dulces son sus frutos. Yo he estudiado mucho en mi vida. No lo digo como un halago propio sino que me gustaba estudiar quizás por mi espíritu curioso. Es verdad ese refrán de arriba. Cuando te esfuerzas estudiando, sacas partido. Aunque sólo sea por tener una cultura, el domino de un idioma o aprobar una oposición que te deje arreglado el futuro. Hay gente que antes de criticar se debería mirar al espejo. Lo digo por aquellas personas que sin saber el esfuerzo que significa hincar codos, no han aprovechado su oportunidad de haber estudiado y se quejan de tener un mal trabajo.
Es un tópico que no hay que llevar al extremo. Hay gente que ha pasado por la escuela sabiendo que se iba a dedicar a trabajar y que no le ha importado el estudio. Pero aquellos que han desperdiciado el dinero y el tiempo de sus padres para no hacer más que el gilipollas, son dignos, al menos, de una sanción moral. Y lo pagan. Pagan el no haberse sentado con los libros delante. Por lo menos, que se callen la boca y que estudien, porque nunca es tarde si la dicha es buena.
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