Prosa poética número 2: Las nubes se sostienen en el cielo por la envidia de un dios que se ha meado encima y quiere que también nosotros nos mojemos. Los pocos dineros que resuenan en el bolsillo no nos permiten tener todo eso que codiciamos y que sale a pantallazos de la televisión como escupitajos llamativos que nos encienden nuestro deseo impuro de poseer. Está bien tener cosas pero no estar pendiente de las cosas. Las cosas están hechas de un material puro y metálico que sabe a vinagre y a aguarrás al final de la historia, de nuestra historia mientras que la carne que nos rodea sabe a sangre y a sufrimiento a los que hay que dar una respuesta y eso sí que es importante al final de la historia, de nuestra historia.
Nosotros elegimos: vinagre y aguarrás o sangre y sufrimiento.
Es más fácil, aunque parezca imposible, tragar vinagre y aguarrás que sangre y sufrimiento pero al final de la historia esos sabores dejan una sensación en la boca de una soledad metálica y triste como un lata vacía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario