Al que le gusta la mentira, se alía con ella en detrimento no solo de la verdad, si no en daño de las personas que obran de acuerdo a unas normas y no mienten ni perjudican a los demás. La mentira de los mentirosos hieren a todos, incluso a los que mienten, porque al final, al freír de los huevos, como decía la Celestina, se ve todo el engaño. Sobre todo porque la verdad sobresale y la mentira tiene el pie cojo y hay que alimentarla con más embustes cada vez más difíciles de creer.

Es como si alguien nos cuenta que ese señor o señora hizo tal cosa muy mala en la opinión del mentiroso mientras que nosotros vemos que esa señora o señor se conduce de manera amable, mansa y respetuosa con los demás. Al final creemos al mentiroso porque se vale de que dice ser nuestro amigo y de nuestro amigo no esperamos mentiras.

Eso vale para el gobierno que hay hoy en España, que se ha valido de mentiras y de otra gente que hace cosas injustificables que debe justificar con inventos, de modo que si son cazados en múltiples mentiras, van perdiendo la legitimación que pudieran tener en el sentido de que usaban la mentira por hacer algún bien a alguien, que era otra mentira.

Y así va la mentira, rodeada de otras hasta que esta estalla ya de manera irremediable y deja al mentiroso a la altura de un canalla que ha engañado a sus votantes o a sus propios amigos, no digamos de los que ha perjudicado con sus mentiras, a los que los mentirosos consideraban sus enemigos, no considerando esto más que ellos, pues la gente de bien no es enemiga de nadie ni hay que mentir sobre ellos pues la gente de bien se nota a la legua, no tiene dobleces.

Y así es este gobierno lleno de mentiras desde el primer día. Y así hay algunos, que tienen que justificar sus acciones con mentiras porque si no, sus acciones no se sostendrían ni un minuto a la luz de la gente corriente y de bien. Lo que pasa es que hay votantes que yerran una y otra vez y hay gente que a sus espaldas, le montan mil cuentos con idea de hacer el mal.