Después de lo que ha pasado en España con la política, que si no puedo dormir por las noches, que si repetición de elecciones, que ahora sí me gusta Podemos, que si ahora no me gustan los escraches, que si Villarejo, que si no existen los técnicos de la pandemia o sí, que si mienten o no mienten... Solo los que escuchan la SER o ven la Sexta creen todavía en la política. Como no creen en nada más, creen que la solución de todos los males es la política. Conocí y conozco cinco o seis casos de izquierdistas que entre ellos hablan en clave, como si pertenecieran a un club muy selecto en el que ellos lo entienden todo y los demás, nada. Conozco casos que siempre están dispuestos a hablar de política e incluso, cuando se está hablando de otra cosa, no se amedrentan en comparar cualquier cosa con los políticos o los tertulianos que hablan de política. Siempre están con que uno es de una cosa o de la otra. Son gente que sigue consignas: si el partido suyo dice una cosa, ellos la manifiestan como si fuera la verdad de las verdades.

Hablan entre ellos como si fueran espías o poseedores de una verdad a la que no tienen acceso los demás (los votantes de Vox o del PP). Entienden de política como el que más, pero luego son ignorantes de todo. No tienen una formación de nada: no les gusta la pintura, el arte, la literatura. Se chupan todas las tertulias y saben lo que ha dicho este y el otro. Es una tortura hablar con ellos pues solo están contentos si se habla de política. Suelen ser de izquierdas los que yo conozco pero también los habrá fanáticos del PP.

El caso es que ya ni los veo, qué será de ellos. Están deseando ir a votar porque los pone muy cachondos. Luego, hablan de que Amancio Ortega no paga impuestos y habría que quitarle el dinero y dárselo al Estado y que los ricos son malos por el hecho de serlo y que a las mujeres se las maltrata por el hecho de ser mujeres. Porque lo dice el partido. Solo porque lo dice el partido.

Y es imposible discutir con ellos porque se caen de la silla de lo salvajes que se ponen.