Cuando ya abrieron las librerías compré "Lluvia fina", de Landero, y me la leí. Qué personajes más retorcidos y locos salen en esa novela. La pobre a la que le cuentan sus historias los tres hermanos de la familia aberrante se suicida, no digo más. Luego intenté leerme "El misterio de la habitación 211". No me acuerdo del autor pero lo único que consigue este escritor es liar la historia de tal modo y contar la narración con tan poca gracia, que desistí de leerla. Lo que más mola de este libro es el ambiente: la Suiza rica de hoteles y lagos y gente de pasta. Luego compré "Candela" de autor que se me olvidó. La historia no tiene mucha chicha: una joven que lleva un bar restaurante y sus amantes. La descripción repetida de escenas sexuales es muy llamativa. No tiene gran complejidad y no tiene tanto humor como promete el resumen de la tapa. En el pueblo, recuerdo, oyendo música clásica que contrarrestaba el sonido del televisor a todo volumen (mis padres son sordos), me leí "La muerte del comendador" de Murakami. De este autor ya me leí en su día "Tokio blues" y me gustó un montón por el ambiente que crea y lo bien que cuenta la historia de tres estudiantes. En este caso, la historia está muy bien, es la historia de un pintor en extrañas circunstancias. Pero Murakami recurre a la fantasía de que un personaje de un cuadro tome vida real y eso no me gustó. Otra cosa que no me gustó es que se repite mucho y cansa. Y el último que me leí fue "La lentitud" de Kundera. Me dijo Paco que estaba muy bien pero yo no coincido con él pues es un libro que me dejó perplejo al no entender yo muy bien el argumento y su motivo final.
Tengo en la recámara el premio Nadal de 2018, una historia familiar, y "Patria", que lo ha leído mucha gente.
Los leeré y hablaré de ellos aquí en el blog.
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