Yo creo que no hay que confundir al amante de la justicia social con aquel que no ha sabido ser rico y los envidia. Los primeros quizás echen una moneda a la mendiga que se pone a la puerta del estanco y los segundos pensarán de manera radical a lo Robin Hood o a lo Lenin, de manera que siempre perseguirán que haya una revolución que quite las riquezas a los ricos y se la dé a los pobres.
O que no haya propiedad privada, pensarán los que quieren ser ricos, pero respetando su propiedad privada, eso sí. Y engrandecerla a base de impuestos que vayan al patrimonio de los ricos y el hijo del envidioso de las riquezas de los ricos pueda llegar, con sustanciosas becas sacadas de los impuestos a los ricos, a la universidad y así, hacerse con una profesión liberal que haga rica a toda la familia.
Pero a lo mejor, el hijo sale homosexual y no dará hijos a la patria comunista y, si se hace rico, odie a su padre por su mente tan estrecha.
O la hija le salga puta por más becas que le den a la chica y caiga en lo que se llama el lumpemproletariat. Y eso ya no lo aguanta el envidioso de los ricos pues si algo le hace sentir superior es el lumpen: porreros, drogatas, mendigos, artistas de vida alegre...
Y si no se siente superior a alguien, el envidioso de los ricos ya no es nadie.
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