A Pablo Iglesias le encanta provocar y luego relamerse por dentro como un reptil cuando ese parlamentario provocado usa retórica hueca para criticarle. A Pablo Iglesias lo que había que hacer es no hacerle ni puto caso en cualquier situación de estas que él busca con ahínco.
Iglesias es un jeta, un alborotador y un corrupto que pertenece al 1% de los más ricos de España por sus trapacerías parlamentarias y su asesoramiento a dictaduras. Es un ser infernal, es un asqueroso y en cuanto abre la boca, me dan ganas de vomitar.
No sé a cuántos engañará todavía pero es de la peor casta que existe, la casta de la secta comunista-feminista que quiere imponernos cualquier aberración que se le ocurra. No hay que caer en sus provocaciones, repito. Es un ser inútil y parásito de la sociedad.
Si yo veo a Iglesias por la calle, eso, ni me inmuto. Para mí es un ser despreciable que se aprovecha de esta sociedad de ilusos. Iglesias vive de los ilusos. Son pastores, son demagogos, son sofistas, son populistas. Hoy dicen B, mañana dicen A y nunca contestan a lo que se les pregunta.
Desean poder y dinero como los capitalistas a los que critican. Son la hipocresía destilada, son la gente a la que, de pequeños, nos decían: no te juntes con ese.
Bueno: puede que todo esto sea mentira y no sea tan malo el hombre este pero da esa impresión.
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