Algo me decía esta mañana que hoy iba a ser un día si no feliz, sí tranquilo. Y es que no he estado rumiando mucho mi vida en el retrete, como suele ser lo habitual. Me he incorporado rápidamente y me he puesto a hacer cosas, las de siempre, pero con un puntito de alegría por el cuerpo. No he escrito nada esta tarde, ejercicio que me hace feliz pero he estudiado Psicología un buen rato. He mirado mis historias y me han dejado un regusto de insatisfacción, como aquellas cosas que están inacabadas. Estoy leyendo dos libros muy buenos: uno de Gabo y otro de Ortega y Gasset. Espero degustarlos poco a poco porque los dos son unos maestros del idioma español. He visto llover abundantemente y me he tenido que refugiar en mi paraguas esta tarde y a mí me encanta que llueva furibundamente como lo ha hecho esta tarde. En fin, esta mañana prometía y ha cumplido. He estado con mi amiga en el café y lo hemos pasado bien. He cenado pulpo a la gallega y ahora espero oír la radio hasta la hora de acostarme con ese arrullo que tienen las ondas hertzianas para irse a dormir. Paco está dejando de fumar y casi lo está consiguiendo. Luego lo intentaré yo y dejaremos de fumar los dos. Este mes pasará rápido como pasa todo y luego llegará la Navidad a ver qué tal.
Un día es un día y siete, una semana.
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