Como no tengo nada de qué escribir, pues mi vida es anodina (pasan los días, pasan) escribiré de un poeta de los que hay en mi antología de poesía española 1936-1975.
Se trata de José María Valverde. Era católico y escribía esa poesía llamada arraigada.
Oración por nosotros los poetas.
Señor, ¿qué nos darás en premio a los poetas?
Mira, nada tenemos, ni aun nuestra propia vida;
somos los mensajeros de algo que no entendemos.
Nuestro cuerpo lo quema una llama celeste;
si miramos, es solo para verterlo en voz.
No podemos coger ni la flor de un vallado
para que sea nuestra y nada más que nuestra,
ni tendernos tranquilos en medio de las cosas,
sin pensar, a gozarlas en su presencia solo.
Nunca sabremos cómo son en verdad las tardes,
libre de nuestra angustia su desnuda belleza...
Comentario:
Valverde era extremeño de Valencia de Alcántara. Fue poeta, filósofo y traductor. Se exilió de España al apoyar a unos profesores de la universidad que estaban en contra de la dictadura. Tiene muchos libros de poesía publicados.
En este poema se dirige a Dios y le dice qué piensa de los poetas que siempre están tomando nota de lo bello e inútil de la Creación. Las flores, los pájaros son cantados por los poetas. Los poetas no tienen nada y todo lo vierten en palabras. Dice que los poetas no pueden descansar en paz mientras están en la Tierra y Valverde le pide a Dios la paz cuando muera.
El fragmento que he copiado dice eso pues la poesía es una repetición de ese papel que tiene el poeta de matar las prisas y dejar constancia de lo que hay en el mundo de bello.
Me encanta este verso: "ni tendernos tranquilos en medio de las cosas.": viene a decir que el poeta no está para gozar de las cosas sino
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