jueves, 28 de mayo de 2020

Federico García Lorca perteneció a la generación del 27. En su obra, la muerte tiene un protagonismo fuerte. Voy a comentar un poema de él en el que la muerte tiene mucha preponderancia. En el "romancero gitano" la muerte está por todas partes. Bueno. Aquí está el poema:

SORPRESA.

Muerto se quedó en la calle
con un puñal en el pecho.
No lo conocía nadie
¡Cómo temblaba el farol!
Madre.
¡Cómo temblaba el farolito
de la calle!
Era madrugada. Nadie
pudo asomarse a sus ojos
abiertos al duro aire.
Que muerto se quedó en la calle,
que con un puñal en el pecho
y que no lo conocía nadie.

Todo este poema nos habla de la fatalidad y de la muerte. Hay una repetición de frases que quieren enfatizar la muerte de ese hombre a través del nexo "que" forzando la estructura sintáctica al no haber verbo introductorio para el nexo "que".
Hay una alusión a la madre y al temblor del farol como consecuencias de la contemplación del muerto.
De "farol", en una primera alusión se pasa al "farolito de la calle" ampliando el significado de farol por medio de un diminutivo y un complemento del nombre que lo hacen más llamativo.
"Asomarse a sus ojos": es una expresión fuerte, una imagen poderosa. Los ojos están muertos, quizás por eso nadie se "asoma" a ellos y duro aire es otra expresión que traslada la dureza de la visión del muerto al exterior, al aire duro.
A mí no me gustan este tipo de poemas que hablan de la muerte. Me gustan más los poemas optimistas de Jorge Guillén.
Lorca, en sus poemas, hablaba mucho de la muerte, como en la "canción del jinete" y en el "romancero gitano". Tenía obsesión por la muerte. Pero las alusiones que hace a la muerte son muy  poderosas poéticamente, como es el caso de este poema.

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