Todos los turistas dicen lo mismo porque han visto lo mismo: "Lo primero que vimos fue la Fontana". Y luego vieron todo lo demás. Y lo cuentan como otros millones de turistas que ya han estado en la Fontana y tal. El turista de playa es más vulgar. No tiene nada que contar. Podría describir las olas, las arenas, el color de la sombrilla pero se ve incapacitado por su presbicia descriptiva. El turista de montaña contará "que allí todavía había nieve", como si eso fuera el sumum de algo.
El turismo es el amodorramiento de las conciencias actuales. Otro amodorramiento lo produce el fútbol y las anécdotas de los futbolistas.
La gente vive amodorrada por una tecnología banal que permite hacer fotos a todas las horas, por un entontecimiento que consiste en hacer lo que ha hecho el vecino y en un llenar las salas y los lugares hasta abarrotarlos.
Yo, sin embargo, con la educación clásica que he recibido, no muy honda pero sí eficiente, me mantengo en un obsoleto pasar de las tecnologías, de las fotos, de Facebook y de otro montón de gilipolleces que han inventado unos para hacer la vida más complicada a los demás.
Y es que hay que estar en todos los sitios, sacar fotos de todos los sitios y presumir de Fontana y de tantas cosas más que si no se presume no se está en este mundo como se debe de estar.
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