Dice mi hermano que debería anotar mis pensamientos en un cuaderno a modo de diario. Me lo ha aconsejado porque yo, anoche, le dije que estaba medio deprimido. Luego, mi hermano me dijo que me acompañaba a Las Rozas o que podríamos ir a Villalba, dos destinos modestísimos. Pero se le vio la intención de ayudar a que salga de esa tristeza en la que estoy instalado.
La verdad es que este calorazo que ha venido me ha dejado inerte, cansado, aburrido porque después de comer no se puede ir a ningún lado. Este fin de semana, mi sobrino Carlos me ha contado que ha estado compitiendo en una triatlón en Juarros de Voltoya, a las cinco de la tarde. Yo, a las cinco de la tarde, en pleno campo, lo único que tengo ganas es de morirme. Alucino con mi sobrino, que es lo más parecido a un héroe que conozco.
Por otro lado, este domingo hemos celebrado el cumpleaños de mi padre, que cumple 87 años y está en plenas facultades. Un hurra por mi padre y por mi madre, que quizá me entierren.
Como dijo el amigo Hamlet: ser o no ser, he ahí la cuestión. Yo quiero afrontar el día a día y ver acabar la película, aunque va siendo muy mala.
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