Con mi novia he vivido bastantes aventuras ya. El primer año que nos fuimos de vacaciones, en Cádiz, me entró una orquitis y entre los dos procuramos aliviarla con hielo e ibuprofeno. El año que discutimos por lo del piso en alquiler, ella se fue a Oporto y luego fui yo solo tras ella y allí seguimos discutiendo. Discutíamos por las calles más céntricas de Madrid y en ellas tuvo lugar la aventura de Arenal. A mí me ha dejado tirado varias veces en medio de la calle y ha seguido su camino cuando se enfadaba. Luego nos juntábamos más tarde. Hubo también la aventura del metro y de la oposición. Hubo la aventura del pie de su madre. La aventura de los celos de Gema fue la más dura y tenía lugar en el cercanías de renfe. Y así, venga y duro y dale hasta que nos juntábamos otra vez porque parecía que no podíamos estar solos. Ahora viene la aventura del blog que no sé cómo acabará pero me está cansando mucho. Parece que no nos vamos a ver hasta el día del obrero. Bueno. Cada uno a lo nuestro, a descansar de las aventuras.
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