El batiburrillo generacional que se monta en casa de mis padres los domingos podría hacer difícil la comunicación entre los integrantes de esas generaciones que han vivido cosas sociológicas e históricas diferentes. De hecho, ese malentendido existe.
Mis sobrinos, por pertenecer a la generación más joven, más laxa en las costumbres, más democrática, más egoísta, comen el domingo y se van. Aparecen para comer, precisamente lo que quiere su abuelo, muy preocupado toda su vida por la cobertura alimenticia de su prole. Si vienen o no vienen los nietos más allá de los domingos con la intención de llenar la andorga, eso es asunto de ellos. Yo no juzgo. Yo visito a mis padres asiduamente aparte del domingo.
Podría parecer egoísta aparecer en casa de los abuelos cuando hay algo de comer. Y lo es. Pero ya digo que eso es asunto del que lo hace, no del que lo ve.
Mis sobrinos son materialistas, ya lo he dicho más de una vez y eso se manifiesta en todos sus actos. Pero ya digo que es cosa de ellos, no mía. Que pongan ellos el interés donde les dé la gana.
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