El bajón anímico que me sorprendió la semana pasada y que me impedía hacer cosas como ir al supermercado y hacer la comida (solo de pensarlo me daba una pereza enorme que me mantenía tumbado en la cama) parece que ya ha pasado. Los pajaritos cantan y el sol relumbra en el cielo. No llueve nunca por estos parajes. Ojalá haya aguaceros primaverales que den un poco de frescor al ambiente tan seco que se respira. Dentro de veinte días, llegará la primavera si no ha llegado ya.
El otro día, en una reunión de poetas se me vio cuestionada mi capacidad lírica, provocándome un malestar grande del que me recuperé haciendo unas liras y una octava real precisamente sobre lo que yo entiendo por poesía y lo engañoso que es el mundo.
A mí a poeta no me gana nadie si me da la gana.
Por lo demás, sigue el mismo aburrimiento y falta de sentido vital en mi vida pues las horas pasan estúpidamente la mayor parte del tiempo. Sigo con mi novela que se está haciendo madura. Por las mañanas me despierto tarde y quizás por la tarde recupero un poco el tiempo perdido. Fumo mucho y me da miedo.
Si ves las nubes pasar es que estás mirando al cielo.
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