jueves, 26 de febrero de 2015

Estoy de bajón. Esta monotonía de días que caen como gotas de agua todas iguales me ha vencido. La rutina absurda de no hacer nada se ha vuelto contra mí. Y tengo que hacer unas lentejas pero no tengo ganas de hacer nada. No es que no pueda sobrevivir a tal estado de ánimo, sino que me veo impedido y cada cosa me cuesta un montón. Han pasado días de un tiempo borrascoso, con mucho viento, no daban ganas de salir a la calle. Me preocupo mucho de lo que fumo hasta someterme a una tortura por cada cigarrillo. La vida es absurda, no tengo alicientes en ella. Me levanto y no sé qué hacer. Me aburro, me desentiendo hasta de las pocas cosas que hago. No me parece útil la novela que estoy haciendo y cada vez me parece más difícil escribir unas líneas. Espero que todo cambie a mejor porque si no, me voy a hundir en la miseria de la inacción y la depresión. Por ahora lo voy aguantando pero necesito un estímulo, una respuesta a tanto aburrimiento y rutina impuesta. Menudo rollo la vida que llevo. Me levanto tarde y no tengo dónde ir ni con quién charlar ni nada.
Si la rutina te aplasta, dile que ya basta.

martes, 24 de febrero de 2015

Siempre he pensado que es más feliz el que tiene cuatro cosas en la cabeza que el que tiene un conglomerado de ideas o de ambiciones a las que tiene que dar respuesta porque ese es su medio de ser feliz. Vivir simplemente la vida lo veo hacer a muchos: no se preocupan más que de ser felices, en todo término. Con unas cuantas fiestecitas y cumplir con un horario de trabajo van que chutan. A eso se someten sus ambiciones.
Yo no digo que todo el mundo debería estar preocupado por las filosofías que ha aprendido a lo largo de su vida pero que si las aprende y se convence de que una o varias tienen razón, ya no será feliz hasta que esa filosofía se cumpla en la medida de sus posibilidades.
Habrá marxistas que quieren que se cumpla el deseo de Marx. Y habrá existencialistas que piensan en el compromiso en la vida y que la vida es una lucha por hacer. Y así, con cada filosofía que uno haya hecho suya. Los que no conocen filosofías, sino que están atados a un ahora demasiado perentorio y precario, lo único que harán es cumplir con un guión sin pensar en él, como si fuera una figura escénica de mera figuración, de tramoya simple y hueca. Y los que conocemos filosofías que quisieron interpretar o incluso cambiar el mundo, nos comemos más el coco; muchas veces, en vano pero habrá merecido más el paso por este mundo pues nos hemos dado cuenta de cómo funciona un poco y aunque sea a título personal, hemos querido que cambie, nos hemos esforzado por el cambio o lo hemos planteado en unos escritos o deseamos que se cumplan ciertas verdades filosóficas que hemos aprendido. Y nos hemos forjado un criterio de análisis del mundo, por qué está tan confuso a nivel colectivo y a nivel personal.
En fin, si sabes filosofías, impedirá que te rías.

lunes, 23 de febrero de 2015

Anda el tiempo de revuelta, como dicen en mi pueblo. Yo lo noto y ando también revuelto, cansino, perezoso, irritado conmigo mismo. Llevo unos días así, no tengo ganas de nada aunque diga mi horóscopo que si sigo persistiendo en mi trabajo obtendré resultados. Pero hoy me he puesto a escribir y no me ha salido ni una línea. Me he tumbado en la cama y allí he estado dando vueltas a pensamientos tristes, cansinos, perezosos y al cabo, no he hecho nada. Voy como a remolque de mí mismo, todo me cuesta un montón y pensar simplemente en hacer la comida mañana me da horror y desgana.
Voy a ver cómo amanece mañana, a ver si la revuelta se ha traducido en un tiempo frío pero estable y yo me estabilizo también. Las cabezas, cuando cambia el tiempo, lo notan y están como voladas, el rostro ceñudo como el que veo por las calles. El viento molesto también consigue agriarnos el semblante y hasta que no se asienta el tiempo, aunque sea frío, nuestro espíritu no descansa tranquilo. A ver si se tranquiliza la atmósfera y repercute en mi estado anímico de manera positiva.
Cuando el tiempo está revuelto, métete en la cama y estate quieto.

domingo, 22 de febrero de 2015

Unos días indecisos, en que las promesas del día siguiente son pobres porque no hay evidencia de revelación sublime, en que la tristeza de la rutina habitaba en mí como un gusano torpe que me repelía el presente que yo vivía, esos días indecisos han venido como una tromba estúpida de mañanas costosas de levantar el ánimo y tardes de renuncia a la vida.
Me da asco pensar en estos días en que no he hecho nada que valga la pena, en que me he resentido de mi propia vulgaridad ante la vida, en que el sol ha pasado por encima de mí y nada ha pasado en mi interior. No he viajado, no he conocido cosas nuevas, no he accedido al don de la expresión literaria, no he vivido propiamente la vida.
Pero mañana quizás haya una oportunidad para hacer algo único, estar completamente feliz en mi capullo de seda y dejar de ser una crisálida asustada en su agujero.
La evidencia de la revelación hace posible las promesas.

martes, 17 de febrero de 2015

A mí me ofenden grandemente aquellos políticos, sobre todo políticos y políticas que son feministas y nunca han fregado un plato. Y a lo mejor no saben ni cocinar unos garbanzos con bacalao, los muy importantes. Son aquellos y aquellas que lucen muy bien pañuelos y corbatas pero de la casa no saben nada. Ni friegan, ni barren, ni cocinan, ni limpian ni hacen los deberes con los hijos. Son unos desastres para cualquier tarea que hacemos los demás y dan órdenes de cómo deben comportarse los demás. Es una ironía trágica, dolorosa que se huele cuando salen en televisión tan repintadas y tan peinados ellos, con una sonrisa que no se la creen ni ellos por lo estúpida e hipócrita porque está aprendida de cuando comenzaron a trepar a esos cargos desde los que quieren legislar sobre la nación y la nación los sufre como cargas de burro. Pues si no saben ni cuanto cuesta una café en un bar, ¿qué van a saber estos pobrecitos? Dan verdadera pena, se mean en el quicio y no dan nunca una a derechas (siempre a izquierdas) y eso sí, saben gastar del dinero público todo lo que haga falta y más. Menudos cagalindes están hechos esos. Rascanalgas de tres al cuarto que nos hemos tragado y bien nos han hecho la puñeta y encima, de rositas. A pico y  pala los ponía yo a ver si agachaban el lomo alguna vez en sus vidas, ablandabrevas, calientahielos.
El que se pone a mandar, que sepa antes obedecer.
Voy a exponer un caso literario que me afecta mí, no a otros escritores, como vengo exponiendo. Resulta que una editorial mallorquina publica novelas en internet, en amazon. Esta editorial se llama united-pc. Hice todo lo que me pidieron para poder publicarla, siempre con el requisito de que no me cobrarían nada. La publiqué por fin en amazon en agosto de 2013, firmé un contrato por tres años. Resulta que al cabo de un año, hay un montón de librerías on line que están vendiendo mi novela y yo no veo un duro. No sé si me la han pirateado o la están vendiendo y sacando un dinero a esa novela con la excusa de que a mí no me cobraban nada por publicarla. Llamé un día a la editorial y me dijeron que ellos podían venderlo en otra librerías on line. Lo miré en el contrato y era cierto. Podían venderlo en otras tiendas. Pero lo que me parece raro es que yo no he cobrado ni un euro de esas posibles ventas. Mi novela se llama "La seducción del diablo" y es entretenida si no, buena. Creo que ha gustado bastante por el montón de librerías que la anuncian pero bueno, no sé si me han engañado o no y estoy en la duda.
El otro día me contaba un amigo dueño de un pub que fue a aparcar en el Carrefour y no tenía espacio y le dijo a una señora anciana que echara para atrás su coche. La señora anciana porfío con que el que tenía que apartarse era mi amigo. Mi amigo le explicó que ella tenía más trecho y que debía apartarse. Esto todo sucedió con señas de la mano de ambos, indicando: "retírese". Entonces la vieja zurcia se bajó del coche y empezó a regañar a mi amigo. Como veía que no se llevaba el gato al agua empezó a dar voces: "borracho, borracho, usted huele a alcohol, que vengan los de seguridad, aquí hay un borracho". Mi amigo se echó a reír en las barbas de aquella soberbia hija de la gran puta y esta, cuando vio  que la treta no daba resultado, se retiró a aparcar a otro sitio. Parece mentira que gente que parece, por tradición, conducirse respetablemente, como son los señores mayores, se conduzcan como macarras de peseta como lo hizo esta señora. Qué país. Qué gentuza habita nuestra pobre patria. Qué poco decoro se guarda a las formas de la ciudadanía y qué lamentables espectáculos dan ya tanto unos como otros. Se mean en el quicio, se saltan las normas de convivencia hasta los niños de cuatro años y los viejos de setenta. No sé dónde iremos a parar.
Si te apabullan, mantente sereno.
Se me ha venido a la cabeza, mientras estaba en el retrete esta misma mañana, los días en que yo iba y venía en autobús a la facultad de Filología, adonde iba a aprender los secretos del idioma español y de la literatura de hace muchos siglos. Yo iba aprobando y el autobús iba haciendo su recorrido en una progresión geométrica: cuanto más aprobaba más cerca estaba de dar un paso cualitativo. Parece mentira qué estupidez esta de los exámenes: cuantos más apruebas, más lejos llegas en el escalafón profesional y social. Llegué a ser profesor y me libré de ser taxista, todo a base de sacar más de un cinco en una prueba académica. También he recordado, mientras me descongestionaba, las oposiciones. Estas tenían un grado más de calidad. Conseguías trabajo temporal o para toda la vida si aprobabas el examen que ya era llamado oposición por su importancia. Opositabas, que parece decir que ibas contra alguien, y conseguías una plaza de funcionario público: lo mejor que a lo mejor te podía pasar en la vida. Recuerdo los enjambres de opositores que se disponían ante las aulas donde nos examinábamos y el ambiente agridulce que allí había: nervios pero gran esperanza, preparación y suerte, superación y alegría. Fue todo muy bonito, una época preciosa desde que pisé la facultad. Ahora todo es más previsible, ya no existen los intríngulis de los exámenes.
Si opositas, piensa en el premio.

lunes, 16 de febrero de 2015

Yo, con el dinero de que dispongo, podría pasármelo genial con los amigos. ¿Qué amigos? Apenas tengo amigos. Bueno. Podría pasármelo genial viajando. ¿Viajando yo solo? En mi vida he hecho eso. Me da un poco de miedo. Creo que a cualquiera le daría miedo viajar solo. Entonces no voy a ningún sitio aunque me siento un poco obligado a pasármelo bien. Debo pasármelo bien. En mi situación cualquiera se lo  pasaría de miedo.
¿Por qué no me lo paso de miedo? Tengo tiempo libre y dinero. ¿Por qué no disfruto de ambas cosas? Ni yo mismo lo sé. Ahora podría estar en las Canarias, recién despertado, en un hotel y me dispondría a ir a la playa. Pero pienso que debería hacerlo yo solo y todo el placer se me va, ya no es placer, parece obligación. Entonces iría a la Canarias, a los dos días me cansaría de estar allí yo solo y me vendría. No sé estar solo. No me educaron ni para hacer cosas solo ni para estar yo solo. Allí está la playa de las Canarias, aquí estoy yo. Qué rabia. Pero es así. Cuando estoy solo mucho tiempo sin saber qué hacer me pongo nerviosísimo y tengo que llamar a alguien conocido que me rompa mi soledad. Menudo rollo. Nunca sabré estar solo. Quizás mi enfermedad tenga la culpa de esto. Y cómo me educaron. Y cómo soy yo. 
Creció con una enfermedad, creció también sin alas. Daba vueltas, iba de un sitio a otro pero siempre regresaba a casa. No supo volar porque no le crecieron alas. Y fue desdichado porque le gustaba la libertad y le gustaban los cielos, acariciarlos.
No se atrevió a salir de las ramas del árbol, no supo coger el tren y largarse a dormir fuera del lecho donde dormía todos los días, no supo ser libre y decir que hacía lo que quería.
Nadie le vio hacer cosas extraordinarias, como irse a New York un fin de semana él solo, irse a Segovia a ver el acueducto, irse a las Canarias a disfrutar de sus playas. Porque era esclavo, esclavo de sí mismo.
No supo nunca. Y ya no sabrá escaparse, evadirse a su triste realidad de paseos acostumbrados, a sus comidas de siempre, a su estupor de bobo asustado.
Bueno. Quizás no sea entera culpa suya. Quizás le han enseñado a volver al mismo sitio, a no salir del tiesto, a ser esclavo, a no estar solo ni un minuto de su vida, a andar sin saber adónde.

domingo, 15 de febrero de 2015

Le digo yo a uno:
-Joder con la crisis, parece que no se va.
-No me hables-dice, poniendo un rostro alterado.-No tengo para pagar la luz, estoy a oscuras en mi casa. El otro día no veíamos al gato y nos pusimos a buscarlo por casa desesperadamente. Como no hay luz, nos tiramos dos horas buscando al gato por la casa.
-¿Lo encontrasteis?
-No. Es que no había gato. Al olerse la miseria se había escapado a buscarse la vida.
-¿Y tú no te escapas?
-No. Yo me estoy haciendo a la miseria.
-¿Comes de lata?
-No. Es muy caro comer de lata. Como en Cáritas.
-¿Se come bien?
-Sí.
-Vaya con la crisis. Parece que no se va.
-¿Tienes diez euros?
-No. Me piro a escribir mi novela, tío.
-Agur. Que te cunda.
Si no hay gato, no lo busques.
Me estoy leyendo una novela que fue "premio Herralde de novela" en 2014. La novela no parece una historia grandiosa pero está contada muy pausadamente y bien. Cuenta la historia de una estudiante mexicana que va a París y a la vez, la historia de un editor que se liga a una divorciada. Cuenta la novela, titulada "Después del invierno" y escrita por Guadalupe Nettel, más costumbres y sentimientos que verdaderamente hechos de los personajes. Esto me hace pensar que en la decadencia de nuestra sociedad somos más sentimientos que hechos, por eso abundan los psicólogos y los psiquiatras en nuestra sociedad.
No hacemos nada, los trabajos los hacen las máquinas. Nos tiramos la vida estudiando para ocupar un asiento. Tenemos mucho tiempo para pensar y martirizarnos, para sentir y ver qué es nuestra vida, tan absurda, tan barata. De eso va o creo que va esta novela. El estilo es más elevado que el mío. El mío es más desgarrado, más directo. Yo también puedo contar una historia como la que se cuenta en esta novela. Los personajes tienen muy poco valor épico, más sentimental. A ver si me la acabo y doy una conclusión.
Vamos a un trabajo que es estar sentados.
Ayer fui yo al Kentuky y estaba un poco contristado por la poca gente que veía en la calle, que daba tristeza; por haber medio regañado con Eva; por ver que la vida no es como yo quiero algunas veces y la primavera se hace esperar. Me encontré allí con un viejo amigo, Fierro. Charlamos. La gente de menos edad que yo no ven en la conversación un consuelo para los males. No ven un consuelo en hablar porque ni saben ni quieren hablar con nadie: no va con ellos, no les interesa. Prefieren estar todo el día diciendo gilipolleces o mirando el móvil.
Pero yo necesitaba hablar con alguien amigo.
No hablamos de nada en especial; hubo, sin embargo, un conocimiento de pareceres, de cosas en común que fueron saliendo. Los dos pensamos más o menos lo mismo sobre lo mismo y en la charla se vio reflejada esa solidaridad de las ideas, de los pensamientos y sentimientos. No importa lo que se habla sino de acercar los corazones. El, Fierro, vive una vida bastante solitaria y yo también a lo largo de la semana. Vemos las mismas cosas. Es como si esa charla la hubiera tenido con alguno de mi pueblo que me conociera bien y me tuviera afecto y yo por él, como vecinos de un mismo lugar, como amigos. Sé que a mi hermano Paco no le hace falta esta comunión de ideas pero a mí sí me hace falta algunas veces. Y la tuve. Y me vine más contento a casa, el corazón más ligero. Si tienes un problema, lo descargas con la lengua.
Las generaciones que siguen a la mía no saben hablar. No saben llevar una conversación o no quieren ni llevarla. Yo los veo como gente torpísima socialmente. No saben lo que es el turno de palabra, la cortesía conversacional y nunca sabrán dirigirse a sus mayores. Entre ellos sí se comunican con el mínimo de esfuerzo, como si les costase hablar, que les cuesta. Hablan tipo robot, como lo que está a punto de llegar a la sociedad. No creen necesario hablar de lo suyo ni se interesan por lo de los demás. He visto a algún estúpido de estos que, en una reunión familiar, se pone a mirar al móvil y ya no deja de mirarlo en toda la sobremesa. 
En el pecado tienen la penitencia. Sus mayores les verán como gente rara, incomunicativa y sin arreglo en este aspecto. Serán buenos trabajadores, serán buenos amigos y todo eso pero nadie lo sabrá más que los de su edad. Forman guetos en su escala educativa y de edad y no quieren saber nada más de su entorno, haciendo como si no existiera o no fuera con ellos. Son gente aislada, autosuficiente y autocomplaciente. Viven en islas como naúfragos y sí, son gente más bien rara, maleducada y triste.
El otro día, el sábado, vimos mi hermano y yo "Carmina o revienta", de Paco León, ese que hacía de drogadicto despistado en la serie Aída. Esta película se puede resumir así: "a una mujer le roban unos jamones de su bar y ella hace otro pedido de jamones y engaña al seguro para que se los pague".
Eso es todo. En medio de eso, salen unos personajes muy poco graciosos o un poquito graciosos como el padre de Paco León o la hermana de Paco León. La madre es una fumadora empedernida, cosa que no quiero ser yo y dejar de fumar algún día así que a mí este personaje no me sirve de ejemplo para nada.
El caso es que esta mujer es graciosa porque dice cosas como "el que tiene un vicio, si no se mea en la puerta, se mea en el quicio", se bebe un preparado de lavado vaginal que le hace eructar generosamente y otras historias como la del cobrador del frac.
A mí no me ha gustado la peli. No cuenta apenas nada. Y no me parece tan graciosa como parece pretender el autor. Pero es un peli y muy digno el intento, aunque fallido.
Ponía el cartel:
"Se ha perdido un conejo con las orejas gachas. De la raza camiseu." Y más abajo: "daremos las gracias a quien nos diga algo de él". No decían nada de recompensa. Yo estaba esperando el autobús y me entretuve leyendo la noticia. También había un foto del conejo: blanquinegro, muy bonito aunque a mí los animales me dicen poco después de una novia que tuve más burra...
En fin, llegó el autobús y fui al cine. Como vivo solo, me lo tengo que montar de solitario. No soy un gran entendido en el cine, como no lo soy en mujeres ni en conejos pero voy al cine y se me pasan dos horas. Dos horas de mi tiempo son muy importantes. Marcan el paso de la media tarde a la hora de cenar. Luego del cine, ceno por ahí y se me pasa otra hora. Luego, me meto en el Vips, que tiene librería y miro los libros. Se me pasa otra hora larga. No entiendo de cine ni de mujeres ni de conejos pero sí de libros. Y de ahí mi gran ventaja de solitario: los libros. Puedo pasarme horas leyendo los comienzos de los libros. Conozco unos mil comienzos de libros y sus títulos correspondientes, todos leídos en le Vips. A veces, espero a que cierren el Vips y me voy con Silvia, la dependienta, a tomar una copa, aunque no entienda de mujeres. Por cierto, hay algún comienzo de libro que empieza así, esperando un chico a una chica.

Manolo ha ido al teatro con unos amigos. Manuela, su novia, no ha querido venir con él, ella sabrá. Es uno de los feos que tiene que aguantar Manolo pero se calla. Al salir del teatro, Manolo, como un estúpido obediente, llama enseguida a Manuela pero ella no contesta. Se monta en el autobús para ir a su ciudad y en el recorrido, llama Manuela:
-¿Donde estás?
-En el autobús.
¿Cuánto tardas?
-Diez minutos.
-No te espero. Voy a tomar un café.
-Haz lo que quieras.
La imbécil de su novia no puede esperar 10 minutos para estar juntos y hoy es el día de San Valentín. Bueno.
Manolo va a cenar a casa de sus padres. Está un poco cabreado por culpa de Manuela. Cuando ya ha cenado, llama Manuela.
-Estoy en la cafetería.
-Voy para allá (no tenía que haber ido, lo reconoce).
Manuela se toma el café y salen al frío. Dan unos paseos por la ciudad a lo tonto y al final, Manuela se mete a comer una hamburguesa. Manolo la acompaña. Mientras se come la hamburguesa, Manuela empieza así:
-Te he esperado 20 minutos y has tardado y así, he tenido que comer sola.
-Has sido tú la que no has esperado y te has ido a tomar un café.
-Eres un mentiroso.
Manolo se cansa ya de tanta estupidez. Está deseando abandonar a su novia que sigue insistiendo y tratándole de tonto, llamándole tonto a la cara.
Salen del restaurante.Manuela le acompaña un poco pero, otra vez, no va con él sino que le deja solo a Manolo. Manolo se va a un local y se lo pasa bien charlando. Manuela, estúpidamente, llama al teléfono que Manolo no coge. Está harto de ella. Piensa en dejarla porque además de falsa, no va a ningún sitio con él. Qué asco de chica.

La amistad, el amor y el trabajo necesitan de una entrega total al amigo, al amante y a las tareas encomendadas. Pero no vivimos épocas de pasiones desatadas. Vivimos épocas enclenques, enfermizas en que todo es postizo y como transitorio. Ya no hay amigos de verdad. Ya no existe el amor como lo concibieron los románticos como Espronceda. El trabajo ya no ata, no da sus frutos apetecidos, no gusta, es utilitario. Se puede engañar al amigo, no pasa nada pero surge la sospecha que mata el lazo. Se puede ser infiel al amante porque esta sociedad así lo autoriza, lo incita porque vivimos días de exaltación individual, de viva la Virgen y mi cuerpo serrano. Al trabajo se puede ir a escaquearse, a no cumplir, a saltarse a la torera las normas laborales porque el trabajo ya no es sagrado, ya no está investido de esa importancia que tenía en tiempos de nuestros padres. En fin, todo parece deslizarse como por un tobogán inmundo que deja a la gente destrozar sus creencias en el amor, en la amistad y en lo que hace. Prima la chapuza, prima el yo y el otro tiene que aguantarse.
Haz algo útil cada día. Harás el día más grande.
Hacía un tiempo grande que fumaba como un descosido, en plena libertad, sin concesiones. Pero hoy, estando en la cama porque es domingo y me despierto tarde, he decidido no fumar el primer cigarrillo y los que le siguen. En estos momentos me habría fumado ya unos cuatro o cinco cigarrillos. Siento sequedad en la boca e inquietud por el cuerpo. Era mucho lo que fumaba últimamente, a un ritmo de cada diez minutos, un cigarrillo. Me gusta haber adoptado esta medida que no sé cuánto durará pero yo he puesto límite a las cinco de la tarde. Lo malo es que ya no pensaba nunca en dejarlo, era un fumador perdido en el vicio para siempre. Y el que está perdido en el vicio, si no se mea en la puerta, se mea en el quicio, eso lo sabe toda la gente de pie.
La gente no hace más que dar vueltas al torrado a ver cómo pasa la jornada aunque sea dominical. A la gente tú dale días que ya verá ella de ir toreándolos como sea para poder llenar la tripa y trabajar lo justo. A la gente llénala de problemas ya verás cómo te los resuelve de una manera eficaz y satisfactoria. Porque la gente está hasta las narices ya, está que no puede más, está harta de la puta crisis y del puto Rajoy y de su puta madre también.

sábado, 14 de febrero de 2015

La gente es muy borrega. Hoy hay que hacer un regalito de novios o de parejas. Luego se pegarán de ostias y habrá que hacer un anuncio que diga: "no pegues a tu novia. Es parte de ti" y se institucionalizará ese anuncio y así creemos que el novio no pegará a la novia. O sea, que somos tan borregos que hasta lo obvio nos lo tienen que enseñar y claro, ya crear modas duraderas para sacar las perras a la gente. Aquí de lo que se trata es de llevarse bien, no de hacer un regalito en Navidad y otro en en San Valentín. Los centros comerciales tienen que comer pero no va a ser gracias a mí. Yo paso de los centros comerciales y de los regalitos. Habrá parejas hoy que se quieran mucho, se gasten una pasta en regalos y luego, al otro día, no se puedan ni ver: Para ellos está hecho San Valentín pero no para mí. La gente ve como una necesidad que un día como hoy hagas un regalo a tu novia o mujer. Pero ¿desde cuándo se ha visto eso? ¿A mí me tiene que decir  El Corte Inglés cuándo tengo que hacer un regalo a mi novia? Y una polla. Yo tengo criterio y hago regalos cuando me dé la gana a mí, no al Corte Inglés. Menuda manipulación de la gente. Yo digo, cuando hablo con borrregos, que ya le hecho un regalo a mi novia y digo más, que vamos a comer en un italiano. Y digo más, que iremos a Venecia a montar en una góndola. Y digo más, que le he hecho una proposición para casarnos otra vez un día soleado de junio y ya no digo más. Y luego me voy a casa y escribo mi novela.
Si eres un borrego, visita a menudo El Corte Inglés.

viernes, 13 de febrero de 2015

¿Por qué existe hoy en día la manía, casi la necesidad de viajar? Parece ser que todo el mundo viaja, es turista. Los países ven un filón inmenso en el turismo, en su turismo y cualquier cuestión, ya sea cultural, de ocio o cualquier curiosidad es proclive a que sea reclamo turístico. Por ejemplo, se encuentra una piedra en un pueblo que quiere decir no sé qué cosa de no sé qué cultura antigua, algo inusual. Se excava, se ve que esa piedra era para moler avena o centeno y que allí se hacía una cerveza especial hace 2500 años. Ya está el turismo montado. Luego te bebes una cerveza en ese pueblo y te dicen que en ese pueblo llevan haciendo cerveza 2500 años. O cualquier otra chorrada. El turismo es un negocio muy grande y muy rentable. Por eso se promociona. Ir a París. Oh la lá. Ir a Londres. Oh yes, of course. Hay familias que solo ahorran para hacer turismo y luego tener conversaciones con otras familias turistas del tipo: "¿viste esto?", "¿te dio tiempo a ver esto otro?". Hay el turismo de toda la vida que es leer libros que sale más barato y aprendes igual, aunque no estés allí presenciándolo. Porque al final, el turismo es una presencia: el orgullo tonto de decir: "yo estuve allí". Y qué ¿Qué más da que tú estuvieras allí? Turismo presencial. Menuda fatuidad. Yo he viajado más que muchos y no me he movido del sitio. Otros han estado, sí, pero no se han enterado de nada.
Si haces turismo, no presumas. Lo hace todo el mundo casi sin querer.
Hoy le he dicho a un conocido: "¿no ves a la gente? Lo único por lo que se preocupan es por pasar el día. No tienen otra ambición." Y el hombre este, otro hombre que no aspira a mucho más que a no morir en el intento, me contesta: "pues de eso se trata, eso es lo más importante, pasar el día porque si no lo pasas, ¿qué quiere decir? Que estás muerto. De eso se compone el mundo, de gente que quiere pasar el día lo mejor posible y mañana Dios dirá. No hay que ser ambicioso en este mundo. Con lo que nos da Dios hoy tenemos más que de sobra." Y yo pensé: "pues vaya plan. No encuentro ni una persona que quiera al menos cambiar un poco el mundo, hacer algo por que la vida sea más ilusionante, que quiera contar un chiste aunque sea malo, etc. Y no digo nada de politicastros que prometen el oro y el moro y luego nos dan la mierda de la corrupción. Digo gente como yo que tenga una ambición, un ideal, un arte de vivir aunque sea más triste que el llorar. Después de despedirme de este hombre, me voy a casa, como unas alitas a la salsa de naranja y me echo la siesta y espero que cuando me despierte el mundo esté bocabajo, hablando figuradamente, claro, y los hijos de puta políticos pasen el día y la gente cree el mundo de nuevo.
Si pasas bien el día, para mejorar, pasa la noche con una tía
El mapa político, el ambiente político, la mierda política huele fatal. Los ERE son 2000 millones de euros que han desaparecido. Era dinero para los trabajadores. El dinero negro del PP no aparece, solo el de Bárcenas, el jeta de Bárcenas. Los de Podemos parece que hacían empresas fantasmas para cobrar; además, la novia del líder es corrupta. Y así, suma y sigue. Da asco oír la televisión y al que habla de política. Pero lo más duro es que esa gentuza, toda gentuza, nos quieren dirigir, quieren dirigir la justicia, la sanidad y la educación. Hoy es viernes y no hay nada que celebrar, que se acaba la semana de trabajo, que se acaba el dolor porque no hay trabajo, porque no hay dolor. Nada se acaba. Todo continúa infecto y melancólico como una herida de antaño. La crisis dura, los hijos de puta también duran y duran, nada se acaba: ni el dinero ni las putadas porque no hay dinero, porque la inflexión del castigo ya es muy dañino y lastimero. Odiaremos a la gente, odiaremos los días, nos odiaremos a nosotros mismos. No habrá ocasión para la ocasión de salir de este universo hecho de mierda y de mierdosos.
Cuando todo huele, tápate las narices por lo menos.
Ayer estuvimos los de la asociación "tu decides" en la primera sesión para hacer un libro-juego sobre un enfermo mental. Yo estaba ayer un poco depre, así que me limité a escuchar más que a hablar. Gorri, el jefe, el que propuso hacer esto del libro-juego, me dijo que yo iba en plan corrector y profesor de literatura. Yo asentí. Una enferma mental que allí vino me dijo que si le ayudaba a sacarse la ESO y yo le dije que bueno pero que no habría mucho tiempo. Había un enfermo mental que habló de sus cuentos y de lo interesado que estaba en el tema y largó un rato. También vino Jacobo, un escritor de libros-juego que estuvo ya por la asociación una vez. Es un hombre muy majo, muy amable y muy empático que nos ayudó mucho ayer,  el primer día, a iniciar el libro-juego con un esquema que construimos entre todos. Ya digo que yo estaba muy desganado y no participé mucho y casi ni hablé. Nos fuimos antes de la hora, las siete y media y no escribimos nada. Hoy sigo depre.
Cuando hay gente, calla más.

martes, 10 de febrero de 2015

Entre la masa ingente de personas que no vamos a destacar en nada, que no seremos recordados por nada especial sino por ser quizás buena gente, hay unos seres que sí serán recordados por sus obras. Hubo un tipo que quemó la biblioteca de Alejandría para ser recordado aunque nadie recuerda su nombre hoy. La mayoría de la gente se conforma con pasar el día a día de la mejor manera y de disfrutar algunas fiestas o acontecimientos felices antes de morirse. Para otros, su orgullo son sus hijos. Hay otros que tienen deseo de fama. Quieren constar en la historia por sus trabajos, sus descubrimientos, su aportación a la humanidad. Los escritores me parecen el ejemplo más vano: crear unas historias. ¿Para qué valen esas historias? ¿Valen como ejemplos? ¿Quién las va a leer? Unamuno fue un filósofo que escribió novelas pero ¿las lee alguien? Seguro que para el gusto actual esas novelas de Unamuno son un aburrimiento. ¿Quién lee el Quijote actualmente no siendo por obligación? ¿Para qué se esforzaron tanto esos escritores? ¿Para qué se esfuerzan hoy en día los escritores? No vivimos años de dedicación a la lectura, de ganas de que nos cuenten historias. Queremos vivir, no vivir historias de otros. Cuánta vanidad en los escritores que no son leídos, que son desconocidos por la gente, que no son populares como el fútbol u otros acontecimientos. La lectura no es un acontecimiento, es una práctica que muere en sí misma porque nadie lee.
El que lee, sabe; el que no lee, también.
En el Quijote hay un dicho que se repite mucho: arrímate a los buenos y serás uno de ellos. No siempre es así: los buenos tienen sus propios intereses algunas veces o no te puedes arrimar a los buenos ya que estás rodeado de gente como tú, que es del común, ni buena ni mala. Pero cuando empecé a montar mi pequeña biblioteca me dejé llevar por la fama de los grandes escritores. Cuando leí "La metamorfosis", de Kafka, que va de un hombre que se convierte en cucaracha, me llenó de extrañeza ese libro, pero Kafka era considerado de los buenos. Luego, compré "El extranjero" de Camus y también me extrañó su lectura. Compraba libros breves, que se pudieran leer pronto y que fueran de buenos escritores. Compré "Las ratas" de Delibes y este sí me gustó. Fui formando una pequeña biblioteca desordenada, al buen tun tun, sin nadie que me guiase. Siempre tuve esa pasión por los buenos, los mejores, los triunfadores en literatura aunque yo no seré uno de ellos. Soy muy mayor ya para triunfar pero seguiré intentándolo como entretenimiento de mi vida aburrida. Es el aliciente que me queda, escribir a ver si algo mío es considerado bueno, a ver is gano un premio literario, a ver si triunfo. Pero mi triunfo será ya tardío y triste como algo que empezó tarde y mal.

domingo, 8 de febrero de 2015

He leído hoy domingo, en una revista dominical, un articulo de Waugham, ese tipo que lleva esos cursos de inglés por todas partes. El artículo hablaba del egoísmo moral. Ponía el ejemplo de las mascarillas que hay debajo del avión que se desencajan en caso de emergencia. En diez segundos puedes estar muerto si no te has puesto la mascarilla; luego, puedes ayudar a los demás. Si no sabes ayudarte a ti mismo, no puedes ayudar a los demás, viene a decir Vaugham. Y tiene razón. Luego sigue diciendo en el artículo que el altruismo está de moda: ayuda a los más necesitados, dicen miles de anuncios. Yo creo que el egoísmo bien entendido, ayuda a la humanidad. Es decir, cuida de ti mismo para que no necesites de nadie, cuida de ti mismo y harás un favor a los demás. Pienso en esos que se accidentan, que se drogan, que no son egoístas consigo mismos, no velan por sí mismos y tienen que velar otros por ellos. Yo, si no hubiera sido independiente de mis padres, si no hubiera mirado egoístamente por mí, ahora a lo mejor les tendría que pedir dinero o estar pendiente de los demás para vivir decentemente. Si miras egoístamente por ti, habrá un montón de gente que se podrá desentender de ti y vivirán más felices y tú también.
Si eres egoísta, no te importará el egoísmo de los demás.

sábado, 7 de febrero de 2015

Otra cuestión que se puede analizar es si la locura nace de los vicios. Hubo un pintor, llamado Bosco, que pintó en sus cuadros un mundo al revés en el que estaban representados todos los vicios de la humanidad. Cuando pinta un ciego, no es un ciego en realidad sino uno que está discapacitado para ver el mundo tal cual es. Evidentemente que la avaricia, la envidia, la lujuria, la soberbia y los vicios en general crean locuras. Incluso a veces, los vicios se alían. Pensar que yo puedo pegar, coaccionar o imponer mi voluntad a los demás porque yo soy superior es una locura basada en la soberbia. Pero la locura es más que un vicio. Una persona que va a comprar una bombilla que pongamos que valga 2 euros y para ellos se recorre veinte locales a ver cuantos céntimos ahorra en la bombilla tiene un problema al que vulgarmente llamamos roñosería y otras cosas peores y excede ya del propio ahorro. No hay más que leerse la novela "Eugenia Grandet", de Balzac, para darse cuenta a cuánto dolor conduce la avaricia. Otra novela que leí, "El retrato de una dama" vale para darse cuenta de la locura que viene de la soberbia y el dominio sobre las otras personas y cómo lo vemos tarde, cuando ya nos han hecho daño o hemos caído en las redes del dominante. Vicio y locura parecen ir de la mano pero todos los vicios se disimulan y parecen normales hasta que uno es víctima de un vicioso de esos y juzga a las personas viciosas de locos, sin más reservas, porque su acción y su conducta no se ajusta a una conducta normal sino de locos o gente anormal que necesitaría visitar a un profesional. Si se cuenta por ahí el daño que hacen esos locos o viciosos de un pecado capital, la gente se escandaliza y no da crédito. Normal. Es algo que no se comprende por mente humana y hacen falta otros criterios de medición (psicológicos o psiquiátricos) para dar cuenta de esos comportamientos. No en vano vicio en latín quiere decir tara, defecto. Y es que esta gente de la que hablo es muy defectuosa en su modo de hacer y decir con los demás.
Yo soy enfermo mental pero hay muchísimos más.
Hubo un humanista llamado Erasmo que escribió un libro llamado "Elogio de la locura". Yo intenté leerlo pero no pude porque era muy filosófico. Sin embargo, el título de ese libro me da qué pensar. Y pienso que la locura está en nuestras vidas de manera más persistente y amenazadora de la que creen muchos. Hay los locos del fútbol, del rock y de otras cosas pero yo me refiero a los locos que están a tu lado y los tienes que aguantar. Hay gente tan loca que no acepta ni la derrota ni la realidad que ven delante de sus ojos porque no pueden decir: "he fallado". Hay locos que por no gastarse un euro no entran en un bar donde han entrado sus amigos porque hace un frío de perros. Son los locos del ahorro. Son los que cogen un tornillo del suelo, roñoso y asqueroso, porque "de algo servirá". Hay locos con los que no se puede hablar e incluso hay que tenerlos miedo porque se pueden meter en tu vida con su prepotencia psicótica y fanática y hacértelo pasar fatal. Hay locos que no saben hablar en un contexto normal y todo lo  tienen que decir a voces porque les encanta la riña, la disputa y sobre todo, llevar la razón a costa de los demás. Todos estos locos lo único que hacen es propiciar el desprecio de los demás, que se les tenga miedo, que alguien te dé en el hombro cuando vayas a hablar con ellos avisándote para que no digas ni una palabra porque vendrá la locura. A estos locos se les mira con desconfianza porque no ponen cura en su locura y siguen erre que erre cometiendo el error de su locura. A estos locos se les puede tener lástima pero hacen daño y al que hace daño no se le tiene lástima sino miedo. A estos locos, que a lo mejor no lo son y lo que son es mala gente, se les quiere retirados de la presencia propia y esperas que cambien pero no cambian. Son mentirosos, agresivos, mandamás, maltratadores, etc y si no van al psicólogo, peor para ellos pues solo cosecharán odios a lo largo de su vida y miradas extrañas e incomprensión.
Si estás loco, nadie te quitará la razón porque no la tienes.
Cuando una persona psicótica no diagnosticada (personalidad dominante, histérica, inflexible, cínica, etc) nos hace daño, enseguida nos ponemos a la defensiva y empezamos a analizar, terriblemente, que esa persona está loca, si no, no haría las cosas que hace. Tiene una locura digamos admisible, no destaca pero a nosotros nos ha jodido con su locura. Si es familiar y nos enfrentamos a ella, podemos ponerlo todo peor. Pero a partir del día que nos hizo daño, vamos con pies de plomo y no le damos opción a que saque a relucir su locura con nosotros. En el caso de la personalidad dominante, puede coger la persona psicótica una autoridad sobre nosotros que no la hemos dado y nos impone su voluntad por la ley de su locura irrefrenable. Hay que tener cuidado para la próxima vez. Porque aunque hayan avasallado, atropellado, ellos creen que han hecho lo correcto y quieren que les den la razón cuando tú te sientes mal porque han hecho de ti lo que han querido.
Cuidado con los locos que dicen que no lo son.
Hay gente que tiene una visión de la vida y la quiere imponer a los demás; el ejemplo que más salta a la vista: yo soy del Real Madrid y todo el mundo tiene que admitir que es el mejor del mundo sin ninguna duda. Puede ser también con otro equipo de fútbol pero con ese equipo determinado, suele pasar a menudo. Lo malo es cuando ya es patológico ese vicio por pensar que lo suyo y lo que él piensa tiene que ir a misa siempre y todos los de alrededor no decir más que amén. Eso es lo malo. Es posible que esa persona esté loca o tenga una psicosis. En mi casa hay una persona que cree que nunca se equivoca y eso es malo porque ya dijeron los romanos que errare humanum est. Defiende posturas de izquierdas, del Psoe, hasta la infantilidad, pues está claro que el Psoe tiene fallos como cualquier grupo humano. En este caso, daría igual que esa persona fuera del PP. Lo raro es que siempre, siempre, siempre, los del Psoe son los mejores y cuando les quitan del poder, hay una conspiración, no es que lo hayan hecho mal. Incluso cuando los del Psoe dicen que lo han hecho mal, esta persona dice que eso no lo han dicho los del Psoe, sino que es por una presión de la radio o de la televisión. Eso es tener una psicosis y estar incapacitado para percibir la realidad tal cual es. Pero bueno, se le dice amén y él sigue erre que erre con su locura personalísima y peculiar. Además, esta persona tiene unas teorías rarísimas sobre la televisión que dice que ejerce un dominio sobre la gente inmenso y se pone a hablar de los directores de televisión como si los conociera de toda la vida. En fin, un caso perdido por no visitar a un profesional. La verdad es que esta persona podría ser más feliz pero no lo es por esa idea que ya es vieja en el tiempo de que él siempre tiene la razón. Ya nadie en casa se atreve a hablar de casi nada pues basta que digas negro, para que él, inmediatamente, diga blanco.
Si siempre tienes la razón es que estás muy equivocado.
Los límites de la locura son muy difusos y existe un libro que codifica todas las psicosis y creo que son unas 1000 o 2000 las enfermedades relacionadas con la mente. Por ejemplo, la avaricia se puede volver patológica desde el momento en que el avaricioso coge un cartón de la calle y se lo lleva a casa sin saber muy bien por qué. Pero también hay determinadas personas que necesitan que se las valore demasiado y para ello hacen verdaderas bestialidades. También hay personas histéricas que de nada, ya están dando gritos y haciendo estupideces sin cuento para que se les haga caso.
Hay también gente dominante que cuando no se hace lo que ella dice, se vuelven histéricas. Entonces serían dos enfermedades en una. Hay gente que miente para tener razón pero lo hace patológicamente, nadie ve lo que ve él porque es mentira fabricada por él en su mente enferma y además, da muchos gritos para tener razón. Locuras hay muchas y cuando caen en un familiar, pueden pasar dos cosas: que se mande a la mierda a ese miembro o se le haga caso. Si se le hace caso, tiene abonada su locura y la hará más fuerte. Si alguien tiene perdida la razón, puede hacer muchos males.
Tener miedo a los miembros de tu familia es lo peor que te puede pasar. No lo digo por mí, sino por aquellas situaciones en que una hija tiene miedo al padre porque la maltrata, la viola, etc. También puede pasar que unos hermanos mayores, porque están locos o tienen afán de dominio sobre los menores, hagan y deshagan en la vida de esos hermanos menores. También puede pasar que haya miembros en la familia que tengan una psicosis; o sea, una enfermedad mental que no está diagnosticada pero que en esos miembros están probados esos desarreglos en la conducta porque peguen voces, tratan mal a determinado miembro de la familia, tengan una conducta errónea con los hijos, hermanos, etc pero no ha habido ni psicólogo ni psiquiatra que les haya dicho nunca: "usted está mal". Es lo peor que te puede pasar porque esas situaciones no salen de la familia y así se quedan creando mala sangre en los afectados mientras los psicóticos siguen haciendo de las suyas para mal de toda la familia. Es asqueroso de vivir, es una presión que lleva al miedo y a obsesionarte y a no saber qué hacer. Pero como dijo Esopo: el que hace un daño, lo termina pagando, aunque sea solo con el desprecio de los demás.
Hay locos que toman pastillas y hay locos que siguen dando voces sin que se les diga nada 

viernes, 6 de febrero de 2015

No veo intelectuales a mi alrededor. A mi alrededor solo se habla de los programas de televisión, de unos pantalones muy bonitos que uno se ha comprado en no sé qué centro comercial y de la prima Montse, que está muy buena pero no puede uno tocarle las tetas esas que tiene de punta. Y de drogas y de cebollones y de accidentes de tráfico y de policías y de películas malas y de lo hijo puta que es uno que no me da para hacerme un canuto y de novias y de padres y de coches, sobre todo de coches y de putas y de otras cosas más que a mí no me interesan. Nunca se habla de libros, no de lo gordo que son, sino de lo que hay dentro. No de los que tienen dibujos sino de los que tienen palabras una detrás de otra. Porque no hay intelectuales donde yo vivo. Quizá en China sí los haya o en Francia pero en Majadahonda no los veo. No veo más que cazurros que hablan por hablar, que no saben porque no leen. Y no ofendo a nadie. Digo lo que hay y lo que hay no me gusta. Si no lees, ¿de qué vas a saber?
Hay un refrán que dice: "Deseando bienes y pasando males se pasa la vida a los mortales." Ya puede cada hijo de vecino hacerse al sabor de la hiel pues por la boca se le pasará más de una vez aunque lo que quiera es que todo vaya bien y ser feliz en esta vida triste que reparte más disgustos que cosas buenas. Hoy puede ser un mal día y mañana también. Hay largos periodos de tiempo que, sujetos a una rutina benévola, todo parece ir bien hasta que nos damos el batacazo nunca pensado con un amigo o con un familiar que no conocíamos bien o no sabíamos cómo las gastaba. Hasta aquí todo bien pero en cuestión de dinero, hay gente que en su diccionario la palabra gastar es la primera que sale y luego, pedir y luego, lamentarse de las deudas que acumula por lo bien que se lo ha pasado. Qué bonito. Otras desgracias nos acosan como las estufas que estallan, los familiares que mueren que eran nuestro sustento, no solo económico sino espiritual, o las ramas de los árboles que caen sin saber que estábamos nosotros debajo. En esta vida, cualquier día nos conocemos.
Esta noche me ha tocado insomnio; o sea, que me he dormido a las tres o cuatro de la mañana, después de fumarme unos cigarrillos y tomarme una pastilla. Es lo que tiene mi enfermedad algunas veces. Nadie tiene que saber que me pasan estas cosa por mi enfermedad y yo procuro no pasarme con nadie pero hoy, sea por lo que sea, no veo más que hostilidad en el ambiente y estoy irritado, como de no haber dormido bien. No sé si será por este frío intenso que hace que estemos en casa u otra circunstancia pero yo estoy mal. En estos días me meto en casa para evitar males mayores pero si hay alguno que me busca las cosquillas, se lleva todo mi mal carácter de mal descansado e irritado. Yo generalmente soy afable o puedo estar mohíno o triste pero cuando estoy irritado, no veo más que gilipollas por todas partes. Nadie me tiene que disculpar y yo debo ver la solución para no faltar a nadie pero es como si te acercas a la llama, seguro que te quemas. Lo malo es que yo no emito señal alguna, parece todo normal en mi ser si nadie se mete conmigo. Los demás podrían pensar, si conocen mi mal, que hay días buenos y días malos en cualquier enfermo y no quejarse tanto si los he mandado a la mierda. La naturaleza de mi enfermedad es así de jodida y cuando no se puede no se puede.
Si un caballo está de espaldas, no deja de ser un caballo.

martes, 3 de febrero de 2015

Ya me he leído "Así empieza lo malo" de Javier Marías. Es muy buena novela. Vas leyendo sobre un aspecto de ella hasta que te das cuenta de que los tiros van por otro lado. La verdad que la novela trata de delincuencias que había en tiempo de Franco por parte de los vencedores y cómo se taparon todas las tropelías de esos vencedores para que tuviera lugar la Transición y los vencidos perdonaran u olvidaran tanto abuso. La verdad es que me he dado cuenta con esta novela la mierda que significa una guerra donde siempre hay vencedores y vencidos, cosas que tapar y vergüenzas sometidas. Es muy triste este aspecto de la novela. El otro, que se dispara con un suceso muy lamentable, es la relación rara y oprobiosa que tiene un matrimonio. La historia está contada por un chico que sirve a este matrimonio en los años ochenta. El final es muy sorprendente. El estilo es muy bueno, muy retardado, todo se explica más de una vez. Me ha gustado mucho.
Si no lees, ¿qué haces?

Llevamos una vida de Robinsones en estas islas artificiales en las que estamos cada uno, como individuos, más solos que la una la mayor parte del día. Los padres no ven a los hijos, que se pasan el día metidos en la escuela, el marido no ve a la mujer, etc. No hay más que ver que las mierdas de películas americanas en que el marido tiene un coche, la mujer otro y los hijos, otros cuantos. Y así viene la tendencia para España. Horarios penosos para poder pagar la hipoteca, horarios escolares eternos para que el niño aprenda judo, natación e inglés. Yo digo que si las casas valieran lo que tienen que valer y ni un duro más, este robinsonismo se caía por su propio peso. Ya dicen que en vacaciones, cuando el marido y la mujer se tratan de verdad, es cuando vienen los divorcios. Durante el resto del año, si querían ser infieles, tenían miles de excusas para serlo y si no querían verse, ahí estaban los horarios y el trabajo para no hacerlo. Como en este mundo todo son  problemas y si se hablan, se agudizan porque cada uno lo ve de una manera y no nos ponemos de acuerdo, pues los problemas van, hasta que hay que hablarlos y todo se desmorona como castillo de arena. Vivimos en una sociedad absurda pero ¿cuándo no ha sido así? El ser humano se preocupa de que su sociedad sea absurda para que el individuo tenga excusas para hacer cosas individuales.
Si tú eres un individuo, los demás también.

El otro día en el pueblo mi hermano y yo pudimos hablar con gente de allí, gente que no tratamos en la pija Majadahonda, gente normal y corriente que llama al pan, pan y al vino, vino y que si me tiene que decir algo que me disguste, como me conoce pues me lo dice y ya está,  lo que pasa es que ni yo ni mi hermano damos motivo para que suceda tal cosa, sino que en el pueblo yo creo que nos respetan y quieren. Ahora, si yo llamo modorro o cabrón en mi pueblo a uno, no es lo mismo que si se lo llamo a otro de Majadahonda. Son otros términos, en Majadahonda no hay confianza ninguna con nadie. Yo hablé con un señor al que apodan "torero" y hablamos precisamente de los compartimentos estancos que hablaba mi hermano: antes la gente vivía en una piña, todos en el pueblillo e ir a Madrid era toda una aventura. Ahora cada cual vive en un sitio, a su puta bola y no sabe nada ni de sus padres siquiera. Vivimos la familia repartida por pisos de mala muerte y yo, por ejemplo, en Majadahonda tengo a mi hermana pero no la veo en toda la semana y a mis sobrinos, menos los veo, ni parece que ya tenga ganas de verlos, de lo lejanos que me parecen y cuando nos junta la casualidad no sabemos ni qué decirnos. Antes, todos en casa; ahora, cada cual en la suya.
Me dice el camarero del bar donde tomo un botellín de agua en vez de un café como tomaba antes que se me está poniendo cara de pito, tomándose una confianza que a lo mejor yo no le he dado. Es muy fácil caer en el error (lo digo por este camarero pero hay innumerables ocasiones) de no llamar las cosas por su nombre y estropear un poco lo que se dice con expresiones tontas y mal dichas como esta de cara de pito. Yo siempre he buscado ser neutro en mi expresión cuando la ocasión lo pide y yo diría estás adelgazando en vez de se te está poniendo cara de pito. No había oído yo esa expresión nunca y ya uno que me conocía hizo una gracia en ese bar a costa de esa estupidez. Yo suelo ser ingenioso y dar rienda suelta a mi expresión cuando estoy con alguien de confianza. Lo bueno de todo esto, es que he adelgazado unos cuatro kilos desde que empecé con mis paseos después de comer y a dejar de comer bollos, grasas y de comer entre horas. Cara de pito tendré, pero mi cuerpo es más ligero y me siento mejor. Si alguien se toma confianzas no dadas, que espere la misma respuesta.

lunes, 2 de febrero de 2015

Las bravuconadas e imposiciones de gente ignorante no dan más que lástima porque no van a ningún lado. Quien las hace caso, yerra, como yerran las que quieren imponer sandeces a todo el mundo. La gente que es familia tuya pero que no ves ni por el forro, poco te han de importar ya que manifiestan un pasotismo total de tu persona y así has de actuar tú: con pasotismo de esos que van por ahí sin saber nada de ti. Cuando las personas que te importan, además de importarte, te ayudan y están a tu lado, seles fiel y a los que no ves, es como si no existieran, no te preocupes por ellos pues ellos no se preocupan de ti para nada, solo en relaciones esporádicas y en esas relaciones suelen meter la pata pues ya nada saben ni les interesa de ti, ya que tienen una vida aparte. Dice mi hermano que vivimos en compartimentos estancos y lleva toda la razón. Yo, si no veo a nadie, nadie me imponga ni me diga nada, pues nada sabe de mí por meses o por casi años de los días que pasan sin verme. Una educación siempre hay que guardar pero nada más, ya que ellos demuestran que no te guardan ningún cariño pues no te ven ni quieren verte. Al que no te hace ni caso, poco caso hagas de él.
Me estoy leyendo las poesías completas de Quevedo en la editorial Clásicos Castalia. Las primeras que he leído son las severas, las serias que tocan el tema de la muerte, del oro, que siempre engaña al que acompaña, de la vida del campo y la de la corte, la avaricia, la envidia, la corta duración de la vida, la honradez ante la muerte y todos los vicios y pecados del ser humano. Luego vienen sonetos de amor, de quejas de amor, del amor exterior e interior, del llanto por amor y todo sobre situaciones amorosas. Después trata una serie de circunstancias o tipos como la vejez que no quiere serlo y se desfigura, el que tiene una gran nariz, el poeta que no hace más que enredar con las palabras, el mal casamiento, el bravucón que no da más que risa y otros seres que apuntan al feismo y la vulgaridad.
Quevedo debió ser un hombre muy sabio y muy observador de la realidad, muy amante de las letras y lo que podían significar todas ellas y un hombre muy cristiano que se divertía en la Tierra. Quevedo es un monstruo de los vocablos, de la expresión feliz y de la crítica mordaz. Muy bueno Quevedo. Si quieres pasártelo de miedo, lee a Quevedo.
Me estoy leyendo unos sonetos de Quevedo y en lo que atañe a la mujer y al enamoramiento, este autor dice en un verso: "no me he fijado solo en unas cuantas perfecciones tuyas". El alcance de enamorarse va más allá del físico, como lo llaman ahora. Quitando que mi novia es muy guapa, mi novia también es una bondad, es una mujer hecha de harina, levadura y sal. Es tan buena persona que no sabe enfadarse y que sabe perdonar.
Los amores de hoy en día están basados en gran manera en la apariencia del exterior, en la fachada y así va la cosa, de mal en peor. Cuantos divorcios hay por casarse pronto y mal con una persona que es enteramente una desconocida con el culo muy bonito. Qué desastre. Hay que buscar el fondo de las personas, no quedarse en la moda de lo fácil, en prendas que no valen nada. Hay chicas hoy en día que todo lo miden en guapo y feo, así como los hombres, y así los va. Si quieres triunfar con una mujer, lo de dentro has de ver.