A veces, más de las que yo querría, mi voluntad se opone a escribir pero yo siento que es una muy buena forma de ocupar el tiempo y mi imaginación. Pero esas veces, la cabeza no está dispuesta a inventar, a crear cosas con las palabras. La cabeza está en otro sitio o no está en ninguno. Entonces se impone crear el hábito de la escritura. De lo que se habla habitualmente es del hábito lector o de la lectura pero no del hábito de la escritura. Eso lo conocen los escritores muy bien y de ahí sus manías a la hora de escribir que en lo que suelen consistir es en un horario y un lugar determinados, a solas con la página en blanco o con unos cuantos rituales más añadidos. Yo tenía un hábito de escritura que he perdido y he de recuperar pues si algo soy es aspirante a escritor y he de defender esa postura cueste lo que cueste. Adquirir de nuevo un hábito es difícil y perderlo, fácil. Haré lo posible para que yo escriba lo que sea a una hora fija y después ya vendrán los refinamientos de lo que he escrito.
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