¡Pero que valle hondo y oscuro ni que gaitas! Hay que disfrutar de lo que se tiene, no añorar lo que nunca se tendrá. Yo me río mucho con la gente que me rodea. Me río de la otra gente que está muy despistada al igual que yo, me río de las cosas que pasan, me río de mí mismo que es la persona más cercana que tengo y que mejor conozco para poderme reír, me río de la situación y del escenario, me río de los personajes y del patio de butacas.
El patio no está para fiestas pero la fiesta la lleva uno encima como un saco lleno de confeti presto a derramarse a la menor ocasión.
Alegrémonos, seamos felices con el que tengamos al lado pues ese es la ocasión para la fiesta y no los programas municipales de orquesta y refresco. Tírale de la oreja a la crisis, al día gris que ha amanecido y ríete, ríete porque de otra manera la vida va a pasar igual que si lloras o te lamentas. Haz reír a los demás y ríete tú mismo, la sonrisa es la mejor de las terapias contra la vida, contra el bodrio obsceno que nos han vendido últimamente.
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