Ni voy al teatro ni voy a fiestas ni vivo la noche ni el día de Madrid. Estoy como en una burbuja pequeñita hecha de pequeños paseos, de pequeñas satisfacciones pobres, de pequeños consuelos tristes, de pequeñas horas pasadas sin ton ni son. Será la crisis, seré yo, serán las circunstancias, será el destino. Yo no saco la cabeza del agua, de este inmenso pantano que me traga. Recuerdo como un fogonazo aquella reunión de quintos en el pueblo. Fue muy divertido. La última ocasión que tuve de divertirme y estar con un grupo de gente alegre. A las fiestas del pueblo no voy ya. No conozco gente con la que hacer una fiesta con música. No conozco a nadie que toque el acordeón, ni la guitarra, ni siquiera una delgada flauta. Pero sí que estoy para fiestas, me molaría estar en una.
Valle hondo, oscuro: así definió un poeta salmantino del renacimiento español el mundo. Parece eso, que alguien o algunos nos han metido en este valle hondo y oscuro y no tenemos ni una linterna con qué alumbrarnos. La vida es triste. La salvan, en mi caso, las aventuras de los libros y la fraternidad de pequeñas amistades !Ojalá hubiera unas pocas músicas y baile y un poco de meneíto! ¡Ojalá unas risas fuertes y animosas me libraran de este valle hondo y oscuro!
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