Ayer, ya tumbado en la cama esperando el sueño, me vino a la memoria un verano en que lo pasé francamente mal. Fue cuando me tuve que dar de baja en el instituto pero me impuse estar en los exámenes de septiembre. Todo el verano estuve miedoso, obsesionado con esos exámenes. Pensé en pedir la renuncia porque no podía con los nervios. Cada mañana, se me ponía en la cabeza la idea de que los alumnos me iban a reventar los exámenes y me iban a hacer la vida imposible. Traté de evitar ese pensamiento obsesivo dando brazadas en la piscina tres veces al día. Luego me fui de vacaciones con mi novia a un pueblo de costa de Alicante. Allí, por la mañanas yo era un puro nervio, obsesionado, triste, no me quitaba e la cabeza los malditos exámenes de septiembre. Compré un libro, "Némesis", de Philip Roth y desvié la atención leyéndolo. Me lo leí en tres días. Mi novia se desesperaba también pues no entendía que yo estuviera tan preocupado pero me dio la compañía que necesitaba para no desesperarme yo también. Pasé algunos nervios en septiembre pero no fue tan caótico como yo me lo imaginaba. Luego me mandaron a El Escorial donde duré ya muy poco pues mi mente estaba ya agotada.
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