Ahora lo que importa es el turismo: que vengan los ingleses, estamos encantadísimos, como dijo el presidente Sánchez colgándose una medallita más (pobre medallita cuando ha estado ausente durante los días de pandemia últimos endosando la responsabilidad a las comunidades autónomas). Ya los aeropuertos, las carreteras, las costas y las montañas están llenitas de turistas. Que todos en el mundo seamos turistas. Parece que la filosofía de vida en la actualidad es el turismo. ¿Por qué no se incentiva la lectura en la gente? Y la educación, para que no haya violencia de género en el futuro, pues un hombre o mujer lectores son más tranquilos, más serenos y un turista siempre será un gilipollas haciéndose selfis allá donde vaya.
Estoy hasta los cojones de los turistas. Que haya más gente estudiando humanidades, estudiando física y química, matemáticas, lenguas muertas, latín y griego, historia del mundo contemporáneo, clásico y del siglo XIX, medicina, enfermería, etc., etc. etc. Pero para eso, hay que leer y leer cuesta. Ser turista es la gilipollez más grande del mundo y además, los turistas suelen ser muy, muy, muy gilipollas.
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