El segundo poeta que viene en la "Antología de la poesía española (1939-1975)" es Luis Felipe Vivanco que suele hablar en su poesía de la familia, de la naturaleza y de Dios. Vamos con su poema:
La caza
Asiduo cazador y padre mío de este mundo:
después de tu visita veraniega,
sé, desde esta cuneta de ortigas y de menta,
que yo también he sido hecho
a imagen y semejanza tuya,
que me parezco a ti, que soy un poco
tu querencia hogareña y tu corteza más agreste,
que tengo tu apetencia de andar, que no me canso
de seguirte -y por eso
voy pisando contigo entre la jara,
detrás de ti y tus piernas añosas, tus espaldas,
tu sudor en la siesta,
-tu envejecer remiso por los cerros- que escucho
lo que se mueve apenas dentro de cada mata,
y huelo la sequía del monte bajo, y veo
-con mirada que no huye, ciega, hacia el infinito-
cada trozo inspirado del terreno.
Con un lenguaje sencillo, el poeta nos habla de su padre y de una visita que hace este a su hijo en la ciudad.
La evocación de la naturaleza y el panegírico del padre se unen dando una visión del progenitor cazador.
Me gustan las referencias a la naturaleza de Castilla: cuneta de ortigas y menta, entre la jara, los cerros, cada mata, etc.
No me gusta el recuerdo que hace a la sequía del monte bajo pues yo veraneo en mi pueblo y todo se vuelve de un amarillo asqueroso en julio y en agosto. La hierba, las matas, los cardos son víctimas de esa sequía que lo deja todo arrasado. Y no hay saltamontes ni grillos ya.
También me gusta cómo parece que hace el poeta un seguimiento de los pasos del padre que caza. Es como una suma de dos cosas: el padre y la caza, como siente el campo el poeta al lado de su padre cazador.
Es una poesía muy sencilla pero muy emotiva de un hijo que quiere a su padre y le sigue en su trayecto vital.
Me gustan las referencias a la naturaleza de Castilla: cuneta de ortigas y menta, entre la jara, los cerros, cada mata, etc.
No me gusta el recuerdo que hace a la sequía del monte bajo pues yo veraneo en mi pueblo y todo se vuelve de un amarillo asqueroso en julio y en agosto. La hierba, las matas, los cardos son víctimas de esa sequía que lo deja todo arrasado. Y no hay saltamontes ni grillos ya.
También me gusta cómo parece que hace el poeta un seguimiento de los pasos del padre que caza. Es como una suma de dos cosas: el padre y la caza, como siente el campo el poeta al lado de su padre cazador.
Es una poesía muy sencilla pero muy emotiva de un hijo que quiere a su padre y le sigue en su trayecto vital.
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