miércoles, 9 de mayo de 2018

Es la medianoche. Como no me dormía, he leído unas poesías de esas que hago yo. Luego he hecho eso que llamaba Chiquito de la Calzada, que en Gloria esté, una guarrería española solitaria. Como no me dormía, estoy escribiendo este blog porque una vez tuvo un efecto somnífero en mi cabeza y me fui a dormir acto seguido. Pero hoy no. Estoy con los ojos como una liebre. Escribo, leo, incluso me aburro en mi habitación y no me entra el sueño. Han pasado varios helicópteros por encima de mi cabeza. A lo mejor la gente piensa que en uno de ellos va Rajoy o el presidente de una república extranjera o un hígado. En fin. Vaya lo que vaya en esos helicópteros, han hecho un ruido muy grande. Hoy he visto a una mujer muy valiente que quiere hacer una radio online. Me ha dicho que nos veremos más tarde, cuando lea mi obra de teatro en tres actos que le he dejado. Me apetece cocacola. Podría ir a una tienda china y comprarla. Hay ruidos en la calle de borrachos y de frascos de botellas que tiran los camareros que están deseando cerrar y largarse de una puta vez a su casa. Antes no se oían ruidos de esos quizás porque no había dinero para quedarse en el bar hasta tan tarde. Y es que el dinero llama al vicio como el culo a la mierda.
Dicen que ya no se puede hablar de vicios sino de adicciones. La misma mierda es. Parece mentira pero me está entrando sueño. El efecto blog se está cumpliendo. Me voy a tumbar y a ver si duermo.

El insomnio es eso tan raro de sentir como de escribir.


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