Me levanto sin ganas de hacer nada. Me visto sin ilusión. Desayuno. Leo la prensa y leo algo de Ingard Bergman en las noticias de El País, que tenía depresiones. Escribo esto. No estoy centrado en mi vida, no me gusta mi vida. No creo que una mujer solucionara nada, sino que lo volvería todo más difícil. Lo que pasa es que mi modo de vida no me satisface, no me llena el alma.
Quizás es que me aproximo a los cincuenta. No lo sé, pero me siento sin ganas de nada, como si todo lo que hago fuera impuesto.
Solo me gustan las tardes y las noches oyendo la radio tumbado en la cama. No me gusta la gente, lo que habla la gente. No me gusta el fútbol. No me gusta tener que hacer la comida.
Tengo que salir a la calle, comprar en el supermercado pero no tengo ganas. Lo haré de modo mecánico, sin pensar.
Quiero fumarme un cigarro después de escribir esto y no tengo otra aspiración por ahora. Fumar me gusta, me relaja.
La vida es difícil otra vez pero ahora por mi culpa, por lo que tengo por dentro que no me deja vivir bien.
No entiendes la vida, no vives bien la vida, no sabes lo que es la vida: suele pasar.
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