Maio longo, maio longo, fuste courto para mí, para unos telas de morte, para otros telas de boda. Eso decía Rosalía de Castro. Mayo se hace corto porque es muy bonito. Unos están con la depre y otros disfrutando del amor. La vida es muy dispar. Yo llevo un tiempo que no me centro, voy de aquí para allá como un triquitraque. No tengo tiempo de estar quieto y escribir y leer. Es como si hubiera venido un verano adelantado, de esos que no paras en casa. Quizás se deba a las nuevas amistades. Luego por la noche, excitado por los aconteceres del día, no duermo y lo paso mal.
Seguro que habrá miles de poetas que habrán cantado a la primavera y a sus males o a sus favores. La primavera es inestable por naturaleza. Graniza, hace mucho sol, llueve, vuelve los corazones como de cera que se moldea a golpes de nubes y aguaceros.
La primavera tuerce los gestos, los vuelve agrios en ocasiones. En otras ocasiones, enciende el amor en los jóvenes como teas ardientes que se devoran en llamas. No hay cosa más fuerte que un noviazgo en mayo. Las depresiones están a la orden del día, los desórdenes de la mente también. La gente se vuelve loca, la penetran fuertes pasiones de odio o de envidia. La gente sale a la calle solo con una camisa, camisa que no cubre el cuerpo del envilecimiento o del vicio o de la pasión.
La gente sale del invierno como abantos, como locos que quieren hacer mil cosas a la vez y acaban mal. Acaban con la azotea hecha un infierno.
Primavera, esa estación donde la vida va multiplicándose.
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