lunes, 7 de mayo de 2018

En todos los sitios se encuentra uno con renegados. Gente que no quiere tirar del carro. Ni de su propio carro. Lo peor es que esos renegados, que ya se hacen de por vida, son unos pedigüeños, que te sacan la sangre tacita a tacita. Menudos chupópteros están hechos esa gente que cree firmemente que lo suyo es solo suyo (porque dicen tener poco) y además, creen que lo mío o lo tuyo debe ser suyo también o tienen derecho a ello (porque creen que yo o tú tienes demasiado y lo debes repartir pues eres su hermano o su amigo). El otro día oigo a un renegado de estos, que es más asqueroso que la taza de un váter, que los bancos nos engañan y ganan dinero con nuestro propio dinero. Le digo: saca lo que tienes en la banco y mételo debajo de la almohada. Y dice, el gilipollas: solo te dejan sacar 1000 euros. No tienen ni puta idea de cómo funcionan las cosas y quieren dar lecciones. Mi hermano es un renegado de estos que siempre tiene poco pero consigue tener ese poco para siempre ya que no gasta nada. Es ideal: tengo poco y como tengo poco no  lo gasto y así siempre tengo poco pero no dejo de tenerlo. Y así, siempre pago yo, que se supone que tengo mucho. Es un argumento cojonudo para tener siempre dinero. No gastarlo porque ni lo saco del banco teniendo a uno que siempre me paga los gastos. Mi hermano y esos renegados sanguijuelas siempre tienen a alguien que les pague sus vicios y lo que no son vicios y nunca, nunca, nunca se llevan la mano al bolsillo y siempre tienen para ellos, que para los demás, no.
Además, no cumplen con lo que tienen que hacer en casa o en la sociedad y siempre andan tristes estos renegados, es una forma de dar pena esa de estar siempre deprimidos y preocupados para que les pagues una cervecita. Menuda panda de jetómetros están hechos.

Da, pero al que se lo merece.


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