"Vivo la vida tranquilo, ni me vendo ni me alquilo, siempre vuelvo a Tucumán". Así dicen los versos del gaucho. Cómo será Tucumán. Me lo imagino lleno de pastos verdes y vacas en una extensión inmensa. A lo mejor Tucumán es una zona aburrida, llena de ganaderos que cogen la guitarra de vez en cuando para cantar algunos versos de esos de la pampa.
Yo he seguido mi vocación: las letras. Nunca me he vendido a otra actividad. Me ha gustado estudiar y enseñar las letras patrias y ahora yo procuro hacer mis letras o mis novelas con el éxito pobre de que lo que escribo está destinado a llenar un cajón. Mis escritos no son ni mucho menos "Rayuela" o "Pedro Páramo" por citar dos novelas que siempre estarán en cualquier librería que se precie. Yo no tengo la habilidad literaria como para escribir una novela llena de la frondosidad imaginativa que la convierta en lectura universal. Ello también se debe a mi poco recorrido vital pues mi vida es muy estricta en lo que se refiere al conocimiento humano. Mi vida es muy limitada y mi lenguaje es pobre entonces. No tengo de qué contar cosas porque conozco pocas cosas. Pero conozco la propia literatura de la que me puedo servir siempre que quiera, imitándola. Siempre he dicho que yo podría escribir una historia de amor como la que cuenta Cortázar en "Rayuela" pero me falta aliento literario para darle ese valor metafórico, ese vuelo imaginativo. En fin, seguiré escribiendo lo que salga, a pesar de que no valga.
Nunca digas que no vales. En la acción se ve lo que vales.
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