Me obligo a escribir en el blog aunque no tengo ni idea de lo que escribir. La carestía de la vida ya es un asunto muy tratado, mi ánimo decaído ante los días que pasan iguales ya es un tema cansado. La comparación del pueblo con la ciudad ya no tiene recorrido. He fustigado el consumismo y el derroche. Me he metido con familiares a los que no entiendo. En fin, voy a escribir por escribir. Como decía Eugenio, el chiste por el chiste. Lo que no me gusta de este mundo es que sea tan diferente, tan desigual, tan poco afortunados unos y tan opulentos otros. Mientras hay unos que el deseo de vivir bien les empuja a una sarta de placeres, hay otros preocupados por todo, no solo por sí mismos sino por los demás y no solo por los demás sino por los problemas del mundo entero. Estos últimos escriben libros metafísicos para consolarse de los males del mundo mientras otros se toman vinos en Jerez o en Marbella brindando por lo bien que está el mundo sin darse cuenta de que quizás esté mal. Pero no para ellos, que han venido al mundo a disfrutar. A eso me refiero. Unos vienen al mundo a disfrutarlo, aunque no tengan dinero y otros a sufrirlo, aunque tengan de todo. Son personalidades que se dan: el despreocupado y el preocupado, el hedonista y el maníaco. Nos hizo Dios así de diferentes: los nervios, para unos; la pachorra y el placer de vivir, para otros.
Preocúpate de ti mismo pero también deja que la vida pase por ti.
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