Las familias, o por lo menos, la mía, están así: cada uno por su lado, sin reuniones familiares, sin visitas de un miembro a otro... A mi hermano Paco le da igual esta situación pero a mí no. De diez años que llevo viviendo con mi hermano en mi piso, no ha venido a verme en él ni mi hermana, ni mis sobrinos. Ya me dijo un camarero que cuando los sobrinos se hacen mayores es como si no existieran. Además, por nuestro problema mental, pareciera que nos marginaran. El día que vino la policía a mi casa porque Paco y yo nos peleamos, nadie de la familia nos llamó para preguntar qué había pasado. Estando mi hermano en el hospital, en la reunión del día de Reyes, nadie de la familia preguntó por mi hermano. Eso es falta de educación y de dignidad. Solo mis padres tienen dignidad y se han preocupado por nosotros últimamente. Una vez que mi hermano estaba mal por su enfermedad, yo llamé a un sobrino y le dije: Paco está malo. Y él me contestó: ya hablaré con el abuelo. Yo no era importante para ese sobrino estúpido que no se sabe nada de él. A mí mis sobrinos me dan ya igual, ninguno me agrada y creo que menos me agradarán en los años sucesivos porque son gente que va al interés, al dinero y encima marginan a sus tíos por padecer una enfermedad. Pero ellos padecen una enfermedad: el puto materialismo y la pura indiferencia hacia los demás.
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