He estado viendo a mi sobrino nieto en casa de mis padres, sus bisabuelos. El niño no para de corretear. Quiere mirarlo, tocarlo, oírlo todo. Come como dos niños. Sus padres son grandes así que él seguro que será grandote, según come. A lo mejor es un niño que desarrolle hiperactividad cuando sea más grande, no lo sé. Lo que sé es que tuve un aula con cinco o seis niños de 12 años hiperactivos y aquello era un corral de gallinas con muchos gallos algunas veces. Los padres me lo decían: mi hijo es hiperactivo. Luego me he venido a casa y como a partir del lunes nos confinan en Majadahonda, a Paco se le ha ocurrido llevar el regalo de cumpleaños del niño el sábado o el domingo a casa de mi sobrino y su pareja. Paco ha llamado, pero no han contestado. A lo mejor esto del regalo se queda para sine die.
¿Cómo van las elecciones? ¿Cómo van las encuestas? Ni puta idea. Bastante tengo yo con lo mío. Votaré a los que menos me espere, me sorprenderé a mí mismo o emitiré un voto nulo poniendo por detrás de la papeleta: que os den por culo.
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