A ver si estoy acertado en definir mi lectura de El País de esta mañana. El País es un periódico muy político. La política le pirria; o sea, le gusta mucho, es como la SER, que hablan de todo en clave política, como si la política dirigiera totalmente la vida de las personas. La política atañe a ciertos aspectos de la sociedad actual pero no la marca totalmente, como creen los que escriben en El País o hablan en la SER. El ser humano, afortunadamente, tiene muchas más caras o perspectivas más allá de la política. El ser humano tiene creencias sobre el amor, la amistad, el trabajo, la vida, en suma, más allá de si ese ser humano es de izquierdas o de derechas. Ser de izquierdas o de derechas no es una opción vital del ser humano que lo caracterice totalmente sino una opción que le prepara ante el fenómeno político, a lo que hacen los políticos. Los seres humanos reúnen en su esencia una idea de la política pero la política no es esencia del ser humano. La esencia del ser humano está en otros aspectos de la vida que no tienen nada que ver con la política. Dicen los historiadores que cuando se acaba la política (que es más bien una forma de diplomacia interna de las naciones) empieza la violencia y la guerra. A la política hay que cuidarla y respetarla pero no hacer de ella una clave única con la que el ser humano se conduce en la vida. Por lo tanto, yo leo El País pero me salto muchas páginas que analizan políticamente la propia política en un barullo inmenso de creencias e ideologías que el ser humano no puede asumir pues se volvería loco si interpretara el mundo solamente en términos políticos. Yo creo que a la izquierda es propio esto de pensar todo políticamente porque la izquierda es atea, es más fanática que la derecha en mi opinión y creen que la política lo decide todo en la vida. Creo que es un error estas posturas que comento porque el ser humano se forma de muchas más facetas que la pura adscripción ideológica.
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