A lo mejor, en la vida, escapamos de un castigo que pudo habernos infligido nuestro propio padre o una enfermedad crónica, como es mi caso o buscamos un paraíso que no encontramos nunca. Los seres humanos siempre estamos buscando algo; si no, que lo digan los aparatos que hay en Marte o los estudios sobre el cerebro que se hacen o esa novia que deseamos y buscamos en nuestros sueños y no aparece. La vida es una búsqueda o la expiación de una culpa, o un castigo que sobrellevamos todos los días: como ejemplo pongo un avaricioso dueño de bar que cada día lo que ve es engrosar la caja sin sentido alguno o un rico estilo Florentino Pérez que busca en el dinero su respuesta a la pregunta de la vida. El dinero yo lo veo como un instrumento, no como un fin. Se podría decir que mi forma de obtener dinero es fácil, pero cuando fui profesor tampoco le di importancia y siempre he sido generoso con él. Pienso muy a menudo en que dejo de cobrar la pensión y por eso me compré un manual de oposiciones de auxiliar de biblioteca por si las moscas y pensaría en publicar mis libros o en dar clases. Lo que no iba a hacer es quedarme de brazos cruzados. Mentalmente, soy muy activo y pienso en muchas posibilidades aunque no tengan lógica. Ojalá alguna de mis novelas fuera conocida por el gran público. Y por los críticos literarios y por los jóvenes y por la abuelas lectoras.
No me gusta El quijote ni Cien años de soledad.
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