miércoles, 8 de agosto de 2018

Creo que llega una nueva etapa en mi vida. Dejadas atrás ciertas compañías que no hacían más que lastrarme y sentirme mal al pensar precisamente en las mismas, estaré solo pero no mal acompañado. La literatura me servirá de aliciente para estar ocupado. Será mi más fiel compañero el boli bic. Cuando paseo a Las Rozas me cruzo con personas que siempre van solas, con varias de ellas. No tienen que dar cuenta de nada a nadie, no tienen que aguantar conversaciones, no tienen que quedar con nadie para pasar el rato, no tienen que soportar egoísmos ajenos, no tienen que estar pendiente de nadie, ellas responden de su propio tiempo y cómo lo emplean y tampoco nadie les falta al respeto ni tienen que transigir con ruedas de molino impuestas por nadie. Son libres porque viven solas esas personas. El verano está acabándose pues a partir del 15 de agosto, en que el verano tiene un apogeo, luego todo es descender la cuesta del calor y de la ociosidad, todo el mundo se va preparando para entrar en el otoño, todo el mundo se resigna para dar fin al dominio del sol y del calor, pues ya empieza a refrescar, todo el mundo compra libros de texto y mochilas para sus hijos y todo el mundo da por concluidas unas vacaciones que fueron muy cortas porque no hay para muchas alegrías. Total, que el verano se acaba ya a mediados de agosto, cuando muchos regresan a Madrid. Yo me examinaré a principios de septiembre de Psicología y luego me iré de vacaciones. Espero pasarlo bien y poderme bañar todo lo que pueda en el mar. Al regreso, todo me gustará más que este verano pegajoso y largo de horas.

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